• Asignatura: Castellano
  • Autor: jennifer1326
  • hace 6 años

en camino a la patria se afirma que solo podremos hablar de patria cuando hayamos forjado una diferencia​

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Respuesta dada por: gaelherli44
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Respuesta:

Tendríamos que remontarnos a la época de Franco para situar el último intento, políticamente organizado, de inculcar en España un patriotismo de corte clásico. Uno basado en una interpretación grandiosa de la Historia, en la creación de un orgullo de pertenencia y en la fe en un proyecto común. Uno, en definitiva, que justificase de algún modo eso del amor a la Patria. Con la democracia este sentimiento patriótico entró en desuso, porque las nuevas élites políticas estaban decididas a desmarcarse todo lo posible de aquél régimen y porque, además, estaban dispuestas a hacer lo que fuese por incorporar a los nacionalismos catalán y vasco. El resultado es que, hoy en día, a la mayoría de los españoles con menos de 50 años les resulta extraño ese sentimiento. Al menos se sienten bastante distantes de ese patriotismo vibrante del que hacen gala los ciudadanos de otros países, como Estados Unidos o Francia. Naturalmente, tenemos lazos afectivos, lingüísticos, culturales, históricos y quizás de otros tipos, que nos hacen sentirnos identificados y unidos a esta nación. Estos lazos darían para hablar de un nacionalismo suave pero no para explicar esos ardores que vemos en otras partes.

Por eso, a muchos españoles nos cuesta comprender esa explosión nacionalista de Cataluña. Ellos argumentan que, frente al suyo, existe un nacionalismo español. Y ciertamente existe, aunque tenga un perfil bastante más bajo. Desde luego, a la mayoría de los españoles no nos da en absoluto igual que España, por una hipotética independencia de Cataluña, pudiera verse reducida en su tamaño geográfico, demográfico o económico y que, por ello, pudiera perder influencia internacional. Pero, ¿tiene eso que ver con el mencionado amor a la Patria? No lo creo.

Hay otros factores que nos impulsan a aferrarnos a este país mucho más que los sentimentales. Son básicamente de tipo económico y político. Apenas se suele hablar de ellos desde este punto de vista, pero están ahí y son tremendamente eficaces como elementos de fidelización nacional.

El Estado de Bienestar es uno muy evidente. Quizás, la mayoría de los españoles no se sientan muy patriotas, pero ninguno querría ver peligrar sus pensiones, ni la posibilidad de acceder a una sanidad y a una educación gratuitas, ni la percepción de un subsidio de desempleo, ni tantas otras prestaciones que nos proporciona este modelo de Estado. Prestaciones que, para la gran mayoría, solo son posibles en el marco político y económico que nos brinda este país. Porque, sin las fronteras que lo encierran y delimitan, sería muy difícil identificar a quienes tienen derecho a esas prestaciones y quienes tienen que pagar qué impuestos para así poderlas financiar. Añadamos a eso que nuestra democracia también está articulada y organizada políticamente en función de un territorio, el nuestro. Sin la separación del resto que nos brindan nuestras fronteras, sería muy difícil identificar quienes tienen los derechos políticos que les reconoce nuestro sistema (ejercicio del voto, presentación de candidatos, etc.) y tampoco se podría imponer el cumplimiento de la legislación que articula este sistema.

Como todo cambio, este tiene su lado positivo y su lado negativo. En el primero yo subrayaría, a vuelapluma, la mayor libertad psicológica y emocional de los ciudadanos en relación con su Patria, con su Nación. Libertad que les da una mayor capacidad para decidir los vínculos que le unen con ella. Hoy, por ejemplo, es más fácil irse a vivir y trabajar al extranjero. Influyen muchos factores pero antes, para la mayoría de la gente, la emigración era un recurso a la desesperada, cuando se pasaba hambre. Hoy la gente tiene muchas menos ataduras para moverse de un lado para otro; es más ciudadana de este mundo. Y eso es positivo porque, con sus matices, es una actitud que contribuye a hacer realidad una cierta superación de las fronteras y una cierta relativización de los recelos ancestrales frente al extranjero, visto como sinónimo de extraño. Por otra parte, hay una menor mistificación de nuestro destino o espíritu nacional, y eso contribuye a templar algo los sentimientos de superioridad que nutrían esos discursos de antaño sobre la grandeza de la Patria, que tantas aventuras militares expansionistas justificaron.

Explicación:

Espero te ayude dame corazon y voten soy nuevo

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