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Respuesta:
En aquel lugar donde solo se oía es aullar del viento y el roce de los pinos estaba caminando un pequeño niño delgaducho, unos ojos de color ambarino que resaltaban y una piel clara y pálida, el pequeñajo no sabía en qué momento llego a aquella situación. Gritos. Solo eso recordaba, gente gritando, corriendo y arrasándolo en el camino.
Bajo la mirada y no puedo sino sorprenderse. Sangre. Mucha sangre. Su piel entera rebosando de ello. ¿Que ha pasado?, se preguntaba con fervor. Pero no había respuesta.
Una gota. Dos gotas.
Miro al cielo y vio como de este caían gotas de lluvia que intensificaban con el pasar de los segundos. Oh Dios, cualquiera pensaría que acababa de cometer un crimen, pero no era así, no lo era, él era bueno, muy bueno.
O eso le había dicho la mujer que recordaba que lo arrullaba. Y después de todo, la gente nunca miente. Ese es su único consuelo, lástima que el niño se equivoca. Y lo comprobó cuando recordo como aquel hombre de barba corta le había dicho que nadie le haría daño, y aquí estaba, tirado en el caminillo de tierra, inconsciente y sin percatarse de la figura detrás de él.
Explicación:
Espero de algo sirva.