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Los discípulos, Pedro, Santiago y Juan, así como Moisés y Elías, contemplaron la transfiguración del rostro y de los vestidos de Jesús. Moisés y Elías vieron su gloria, y entendían bastante de esta transfiguración porque ellos mismos ya eran cuerpos resucitados y gloriosos, de alguna manera… Pero los pobres apóstoles no entendían gran cosa, sólo que lo que veían, no era de esta tierra sino algo celeste y su Señor Jesús entraba en esta esfera. Ellos vieron a su Maestro, pero este cambio luminoso no les llegaba todavía a ellos, por eso, estaban aturdido y ante tantos fenómenos sobrenaturales: la luz, la nube y la voz, cayeron de bruces, llenos de espanto… Cuando Jesús se les acercó y les tocó diciéndoles: “levantaos, no temáis”, entonces, ante el Jesús, hombre normal como ellos, comenzaron a recuperarse…
¿Pero qué entendieron?, poco o nada. ¿Por qué ellos contemplaron todo esto y qué significaba que Jesús iba a morir y resucitar de entre los muertos?… Todo era muy extraño para su mente ruda de pescadores…, hubieran preferido un Jesús, su Maestro, que entrara en sus categorías y les dijera de lo que ellos entendían; aunque sus palabras de vida eterna les tenían absortos y despertaban en sus corazones esperanzas y amores sobrenaturales… Jesús buscaba para ellos los bienes de allí arriba, por ello solía llevarlos a lugares solitarios y encumbrados. “Los condujo aparte a una montaña alta y se puso a orar”, y mientras oraba, se transfiguró su rostro y sus vestidos.
Mientras habla con el Padre todo su ser despide luz y transparencia. Es una imagen de la gloria de Dios, lo que los humanos podemos percibir y dar nombre, pero le realidad es mucho más, es otra cosa más excelsa. Los evangelistas hablan de una nube que los envolvía. Todos estaban cubiertos de luz que los nimbaba y en ella, ebrios de claridad, se olvidan de sí mismos y no dicen cosas coherentes. “Hagamos tres tiendas, qué bien se está aquí“… Cuando Dios nos visita, qué bien estamos con El, no quisiéramos rebullirnos…
En nuestra vida, podemos estar rodeados del misterio y percibir algo y por otra parte, no entender nada. ¿Por qué Moisés y Elías hablaban de la próxima muerte de Jesús?… A los apóstoles les faltaba la perspectiva de la fe que había de empapar todos los acontecimientos de la pasión de Cristo. Después que resucitó de entre los muertos, el Espíritu les fue enseñando una fe viva y encarnada.
Todo esto sucedió para sostener la fe de los discípulos ante la inminente pasión y escándalo en la vida de su Maestro. Porque muerte y gloria van unidas; Cruz y exaltación también. Si el grano de trigo no muere y es enterrado, no produce fruto; pero si muere, da mucho fruto. Este es el misterio que Jesús les predicó a sus apóstoles el día de su transfiguracion
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darles un poco de su poder