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Los estados de ánimo, los sentimientos y las emociones, incluso las más leves, pueden influir sobre el desarrollo del conflicto y condicionar el comportamiento humano durante su gestión. El reto del mediador es reconducir los estados afectivos de las partes y crear un espacio de calma que permita la comunicación, la mejora de las relaciones entre los mediados y la adopción de acuerdos consensuados o ambos. El objeto del presente trabajo es reflexionar sobre las principales herramientas del mediador para la identificación y reestructuración de las emociones negativas, tanto en un aspecto intrapersonal como interpersonal. Reformulaciones, re-contextualizaciones o, en su caso, un caucus permitirán reducir las tensiones y ayudar a afrontar la ira, una emoción frecuente que puede interferir en el proceso de mediación. Aunque la mediación favorece la catarsis de los afectos, no es un