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Álvaro Carrillo nació el 2 de diciembre de 19192 en la Primera Sección de San Juan Cacahuatepec en casa de su madre, Candelaria Morales. Sus padres fueron Francisco José María Carrillo Jiménez ―originario de Cacahuatepec Oaxaca, y doña Candelaria Morales, mulata, originaria de Juchitán (Guerrero),4 quien falleció cuando Álvaro Carrillo era todavía un niño. Después de la muerte de doña Candelaria, don José María Carrillo se trasladó a Cacahuatepec y contrajo nupcias con doña Teodora de Alarcón, de la cual el maestro Carrillo tomaría su segundo apellido.
Álvaro Carrillo cursó sus estudios primarios en Cacahuatepec y posteriormente, en 1935, ingresó al Internado Agrícola Indígena de San Pedro Amuzgos (en Oaxaca), pero, debido a una revuelta originada por el reparto de tierras, el internado se clausuró. En esta etapa de su vida, entre fiestas populares donde se tocaban sobre todo chilenas y sones costeños, inició su carrera en la música. Fue así como compuso Celia, la letra de una canción que estaba inspirada en una compañera de estudios de quien Carrillo se enamoró. También fue en esta época cuando compuso, a petición de un amigo, La amuzgueña, canción que estaba dedicada a la novia de aquél.
Se dispuso que los alumnos del ya clausurado Internado de Amuzgos se reincorporaran a los estudios en el internado de Ayotzinapa (en el estado de Guerrero).5 Al concluir sus estudios en este plantel, el compositor ingresó a la Escuela Nacional de Agricultura (ENA) en Chapingo después de aprobar exitosamente el examen de admisión, a pesar de que el reglamento de la ENA en aquel tiempo solo permitía participar en el examen de admisión a los alumnos que hubieran terminado la escuela secundaria; pero el reglamento fue modificado para dar igual oportunidad a los alumnos que provinieran de los internados agrícolas. Fue así como el compositor pudo ingresar a dicha escuela, aun sin haber cursado la escuela secundaria.
Cuando Carrillo cursó sus estudios en la ENA, lo hizo en la etapa en que existía el régimen militarizado. Su afición por las canciones lo llevó a escapar frecuentemente de la escuela y, por consiguiente, a acumular varias amonestaciones. Fue tal su pasión por la composición y la música que abandonó el estudio durante un año. El director lo convenció de que terminara la carrera de agrónomo. Y así lo hizo, y recibió el título de ingeniero agrónomo en 1945. Dejó a su escuela una canción de despedida, que es como un himno para esa institución: Adiós a Chapingo.
Carrillo demostró su capacidad para el estudio, pero no para la agricultura. Fue un bohemio, un gran compositor, intérprete de sus canciones, y en este ámbito llegó a ser uno de los más grandes artistas mexicanos, de fama internacional.
Orgulloso por su escuela, bautizaría a una de sus hijas con el nombre del plantel: Ena. Sin embargo, su vocación de cancionero pudo más que la ingeniería, y decidió dedicarse por completo a la música. Álvaro Carrillo fue más un cancionero que un compositor. La diferencia estriba en que el compositor es un artista dedicado a transformar la vida en poemas musicales, mientras que el cancionero es un artesano que nace con la vida como oficio, predestinado a transmitir las vivencias ―propias o ajenas― en formas bellas de canción.
Como ingeniero, Carrillo trabajó en la Comisión Nacional del Maíz en la Ciudad de México. Sin embargo, siguió componiendo canciones, y a través de su amistad con el trovador Carlos Madrigal logró que el Trío Los Duendes le grabaran el tema Amor mío, que se convirtió en un gran éxito que le hizo abandonar por completo su otra profesión y dedicarse de lleno a la composición.
Otros cantantes que ya tenían cierta popularidad comenzaron a cantar las canciones de Carrillo, y así comenzó a ser conocido. Intervino en varios programas de radio, televisión, teatro de revista y centros nocturnos durante quince años.
Álvaro Carrillo cursó sus estudios primarios en Cacahuatepec y posteriormente, en 1935, ingresó al Internado Agrícola Indígena de San Pedro Amuzgos (en Oaxaca), pero, debido a una revuelta originada por el reparto de tierras, el internado se clausuró. En esta etapa de su vida, entre fiestas populares donde se tocaban sobre todo chilenas y sones costeños, inició su carrera en la música. Fue así como compuso Celia, la letra de una canción que estaba inspirada en una compañera de estudios de quien Carrillo se enamoró. También fue en esta época cuando compuso, a petición de un amigo, La amuzgueña, canción que estaba dedicada a la novia de aquél.
Se dispuso que los alumnos del ya clausurado Internado de Amuzgos se reincorporaran a los estudios en el internado de Ayotzinapa (en el estado de Guerrero).5 Al concluir sus estudios en este plantel, el compositor ingresó a la Escuela Nacional de Agricultura (ENA) en Chapingo después de aprobar exitosamente el examen de admisión, a pesar de que el reglamento de la ENA en aquel tiempo solo permitía participar en el examen de admisión a los alumnos que hubieran terminado la escuela secundaria; pero el reglamento fue modificado para dar igual oportunidad a los alumnos que provinieran de los internados agrícolas. Fue así como el compositor pudo ingresar a dicha escuela, aun sin haber cursado la escuela secundaria.
Cuando Carrillo cursó sus estudios en la ENA, lo hizo en la etapa en que existía el régimen militarizado. Su afición por las canciones lo llevó a escapar frecuentemente de la escuela y, por consiguiente, a acumular varias amonestaciones. Fue tal su pasión por la composición y la música que abandonó el estudio durante un año. El director lo convenció de que terminara la carrera de agrónomo. Y así lo hizo, y recibió el título de ingeniero agrónomo en 1945. Dejó a su escuela una canción de despedida, que es como un himno para esa institución: Adiós a Chapingo.
Carrillo demostró su capacidad para el estudio, pero no para la agricultura. Fue un bohemio, un gran compositor, intérprete de sus canciones, y en este ámbito llegó a ser uno de los más grandes artistas mexicanos, de fama internacional.
Orgulloso por su escuela, bautizaría a una de sus hijas con el nombre del plantel: Ena. Sin embargo, su vocación de cancionero pudo más que la ingeniería, y decidió dedicarse por completo a la música. Álvaro Carrillo fue más un cancionero que un compositor. La diferencia estriba en que el compositor es un artista dedicado a transformar la vida en poemas musicales, mientras que el cancionero es un artesano que nace con la vida como oficio, predestinado a transmitir las vivencias ―propias o ajenas― en formas bellas de canción.
Como ingeniero, Carrillo trabajó en la Comisión Nacional del Maíz en la Ciudad de México. Sin embargo, siguió componiendo canciones, y a través de su amistad con el trovador Carlos Madrigal logró que el Trío Los Duendes le grabaran el tema Amor mío, que se convirtió en un gran éxito que le hizo abandonar por completo su otra profesión y dedicarse de lleno a la composición.
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