Respuestas
Explicación:
1 ¿Qué es el ser?
Preguntas de la filosofía antigua, de Enrico Berti (Gredos).
Preguntas de la filosofía antigua, de Enrico Berti (Gredos).
«El ser se dice en muchos sentidos», afirma Aristóteles en el libro I de la Física. Aristóteles discrepa de la respetada opinión de Parménides, quien consideraba que «el ser solo se decía en sentido absoluto» y enumera, al menos, cuatro acepciones del verbo:
El ser por accidente, una forma de contingencia y un tipo de ser que se puede perder sin dejar de ser la misma cosa, sin dañar la esencia.
El ser en sí, lo que tienen los seres de estable, la naturaleza o rasgos que hacen de algo lo que es y no otra cosa.
El ser como verdadero, cuando el verbo califica un enunciado como verdadero.
El ser en potencia y en acto, cuya diferencia es una de las aportaciones más genuinas de Aristóteles. Deriva del concepto de no-ser más que del de ser. Según esta habría una modalidad de no-ser absoluta, según la cual algo ni es ni puede llegar a ser otra cosa. Una piedra es una piedra y ni es ni puede llegar a ser un árbol. La piedra es un ser en acto. Sin embargo, existe un modo de no-ser (árbol en este caso) que es relativo, pues mediante un cambio o movimiento puede llegar a ser. Una semilla no es un árbol, pero sí puede llegar a serlo. Se trataría de un no-ser relativo y de un ser en potencia.
2 ¿Existe Dios?
En uno de los textos perdidos de Aristóteles, recuperado mediante autores como Filón o Cicerón, defendía que el orden cósmico y los movimientos celestes no eran obra de la casualidad, sino «de una naturaleza superior e incorruptible»: Dios. En ese mismo texto se reconocerían dos tipos de dioses:
Estas teorías se confirman en su tratado Del cielo. En otros textos como Física o Metafísica expone sus famosas argumentaciones sobre los motores inmóviles para explicar los movimientos celestes. Según estas, debe existir un motor eterno o inmóvil capaz de generar el resto de movimientos, una causa última que corresponda al motor eterno… La serie será adoptada casi literalmente por Tomás de Aquino, quien situó al Dios cristiano al final de cada una de las argumentaciones.
Para Aristóteles, debe existir un motor eterno o inmóvil capaz de generar el resto de movimientos, una causa última que corresponda al motor eterno
3 ¿Qué es el ser humano?
Con su afán clasificador, diseccionador de la realidad, Aristóteles quiere encontrar la respuesta empírica de qué es un ser humano. Un animal, en primer lugar, un «bípedo implume», va afinando hasta llegar al rasgo diferenciador: el lenguaje. «El hombre es el único animal que posee la palabra (…). La palabra, en cambio, está hecha para expresar lo que es placentero y lo que es nocivo y, por consiguiente, lo justo y lo injusto. Esto es algo que diferencia al hombre del resto de animales, pues es el único que posee la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de los otros valores. La posesión común de todo esto constituye la familia y la ciudad». Aristóteles es claro en este pasaje de la Política que da pie a una de las definiciones más conocidas que del hombre da el filósofo griego. El hombre como animal político, hecho para vivir en la polis, algo que lo diferencie esencialmente del resto de los animales, que se sitúan por debajo, y de los dioses, que están en un nivel superior.
4 ¿Dónde está la felicidad?
Aristóteles hace una afirmación general: el fin último, el objetivo de todos los hombres es lograr la felicidad. Y además dedica todo un libro, su Ética a Nicómaco, a ese tema. El problema radica en saber en qué consiste realmente la felicidad. Tras el estudio de la naturaleza humana, Aristóteles concluye que la felicidad reside en el ejercicio de la actividad propia de cada ser. Puesto que el hombre se define como animal que tiene uso de razón y de palabra, la actividad más adecuada a su naturaleza será la intelectual o contemplativa. Pero Aristóteles, siempre con un pie en la tierra, declarará también que «la felicidad precisa bienes externos, pues es imposible, o muy difícil, realizar actos bellos sin disponer de recursos. (…) Y si no poseemos ciertas cosas como buena cuna, buena descendencia o belleza, nuestra dicha se ve afectada».
5 ¿Qué hay más allá de la muerte?
Al tratar el tema de la inmortalidad, el pensamiento de Aristóteles muestra una evolución que puede lindar con la ambigüedad. En su juventud, probablemente influido por el clima de conocimiento de la academia platónica, Aristóteles se decanta por la inmortalidad del alma tras la extinción del cuerpo. Sin embargo, su pensamiento posterior prefiere apostar por una inmortalidad universal más propia de la especie que de cada individuo. «Para todos los vivientes que han alcanzado un desarrollo pleno, no son incompletos y no han nacido por generación espontánea, lo más natural es producir otro viviente semejante a sí mismos (…) y así participan de lo eterno y lo divino».