me ayudan?? 3 conclusiones:
EL DETERIORO DEL MEDIO AMBIENTE EN COLOMBIA
El biólogo y conservacionista estadounidense, Thor Hanson, habló sobre el futuro de Colombia.
Cuando el doctor Thor Hanson, experto en biología de la conservación, fue voluntario del
Cuerpo de Paz de los Estados Unidos, en Uganda, ayudó a establecer el programa de turismo de
gorilas de montaña en el Parque Nacional Impenetrable de Bwindi. En medio de esa
experiencia, dice, se dio cuenta de que “cualquier esfuerzo de conservación es tan estable y
sostenible como el contexto político y social en el que tiene lugar”. Hanson se volcó entonces a
analizar la relación que existe entre la guerra y la biodiversidad, e hizo un llamado a una nueva
subdisciplina: la ecología de la guerra. Él la define como un subcampo de la ecología en el que se
estudian, de manera más profunda y amplia, las implicaciones ambientales de los conflictos
armados en todas sus etapas: los preparativos, la guerra misma y las actividades de posguerra.
“Los conflictos armados van más allá de erupciones esporádicas de violencia. Son dinámicos”,
señala.
¿CUÁLES SON LAS PRINCIPALES RELACIONES ENTRE LA BIODIVERSIDAD Y EL CONFLICTO
ARMADO?
¡Esta es una gran pregunta! El conflicto armado tiene implicaciones importantes y, a veces,
sorprendentes para la biodiversidad. Los preparativos implican una contaminación significativa
en la fabricación y prueba de armas, pero también en la degradación de grandes áreas de tierra
para la capacitación y el entrenamiento militar. Las guerras erosionan el tejido social y político
que protege la biodiversidad, pero también pueden conducir a la recuperación de algunos
recursos mediante la reducción de la actividad humana en zonas de conflicto. También es
común la extracción de recursos (por ejemplo, madera, diamantes, oro, vida silvestre) para
financiar la guerra, el aumento de la caza y la deforestación, el desplazamiento de la población
local y el aumento de la producción de narcóticos.
Los bosques comunitarios de Guatemala, un ejemplo para Colombia
Antiguos cazadores hicieron de la conservación un negocio que genera 6 millones de dólares al
año. El camino, por supuesto, ha estado lleno de tropiezos. Andrew Davis, del Programa
Regional de Investigación sobre Desarrollo y Medioambiente (Prisma), explica que la creación
de la reserva básicamente fue impuesta sobre las comunidades que ya vivían ahí y tenían una
tradición forestal. “Los límites fueron hechos desde un escritorio que desconocía las
realidades locales, lo que generó una resistencia, que además se mezcló con una alta
conflictividad y fragmentación social que dejó el final de la guerra”, dice.
En este escenario convulso surge la necesidad de buscar mecanismos que ayuden a aliviar las
presiones sobre el bosque tropical y, a la vez, se concilie con las necesidades locales. La
respuesta del Estado guatemalteco fue aprobar una política que reconocía derechos de manejo
a los pequeños y medianos campesinos bajo contratos de concesión (de 25 años
prorrogables) dentro de una fracción de la reserva. El acuerdo de paz firmado en 1996 fue el
empujón que hacía falta para avanzar: se les entregaron 100.000 hectáreas de tierra.
jjperdomovargas:
explico el final de la gran colombia
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mucho texto chale perdón
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