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EL TERROR DE SEXTO B, DE YOLANDA REYES
El terror de sexto B, publicado en el año 1995 y premio Funda Lectura,
es uno de esos libros sencillos, amenos y divertido, para todo tipo de
lectores (infantiles, juveniles y adultos). Quienes evoquen los
recuerdos hallarán, en cada una de las siete historias narradas,
similitudes con la realidad.
FRIDA. Narra cómo sufre Santiago al llegar nuevamente al salón de clases y hallarse con la aburrida idea, interminable a través de los años, de realizar una composición escrita de sus vacaciones. Escribe que se enamoró de una niña sueca llamada Frida y el sufrimiento que genera recordarla y no tenerla cerca. Sin embargo, en último instante despierta frente a la realidad y muestra al profesor la misma composición que siempre ha mostrado: “En mis vacaciones no hice nada especial. No Salí a ninguna parte, me quedé en casa, ordené el cuarto, jugué fútbol, leí muchos libros, monté bicicleta, etcétera, etcétera”.
EL DIA QUE NO HUBO CLASE. Cuenta como Juan Guillermo va posponiendo la realización de su actividad escolar con la simple disculpa “la hago después” Así transcurre el fin de semana atormentado por no realizar las obligaciones estudiantiles. Llega el lunes y no hay clase como una recompensa circunstancial a su irresponsabilidad.
UN ARBOL TERMINANTEMENTE PROHIBIDO. Masticar chicle está literalmente prohibido en el manual de convivencia por ser el enemigo número uno de los profesores. Sin embargo, los alumnos de Quinto A rompen las normas y se dedican en desproporcionada e insólito deseo reprimido de masticar chicle y enterrar los residuos en el jardín de la escuela. De esta falta nace el árbol más alto del universo, ocasionando el desorden académico y administrativo en el plantel. Y para colmo de los males, es un árbol de chicle que generará goma para todos los alumnos de la Institución.
EL TERROR DE SEXTO B. El alumno Sergio Hernández, el cual tiene conducta condicional, es llevado a rectoría por no realizar la tarea de inglés en repetidas ocasiones. En el camino al lugar de juicio decide hacerle una broma a Porki. Se mete en el salón de materiales didácticos, agarra un esqueleto con cuerda y lo asoma a la ventana y como una “marioneta macabra” lo hace participar en la clase desde su escondite. El profesor, después de haber leído las aventuras de Tom and Mary, pregunta a los alumnos: ¿Quién no entendió algo? Sergio aprovecha para alzar la mano esquelética por la ventana. Porki al ver la mano se enmudece y comienza a derramar sudor por todo su cuerpo, pierde el control y se retira del salón sin dejar ninguna actividad para el día siguiente, lo cual fue de mucha sorpresa para los alumnos. El profesor, que estuvo a punto de perder la vida por tremendo susto, más nunca volvió.
MARTES A LA QUINTA HORA O LA CLASE DE GIMNASIA. Torturas a la personalidad por ser la niña gorda del curso y sentir el desprecio imaginario de sus compañeros al vestir el uniforme de educación física, el cual la hacía ver su figura desproporcionada. La llegada de la hora a clase la hacía sentir intensos dolores de estómago, usar cuello ortopédico y llegar al extremo de romperse el brazo para no asistir a clase de educación física. Pero en una hora cualquier de las miles sufridas, Juana dijo basta ya. Entonces, más nunca recibió las órdenes del profesor que la hostigaba para hacerla rendir más allá de sus capacidades.
FRIDA. Narra cómo sufre Santiago al llegar nuevamente al salón de clases y hallarse con la aburrida idea, interminable a través de los años, de realizar una composición escrita de sus vacaciones. Escribe que se enamoró de una niña sueca llamada Frida y el sufrimiento que genera recordarla y no tenerla cerca. Sin embargo, en último instante despierta frente a la realidad y muestra al profesor la misma composición que siempre ha mostrado: “En mis vacaciones no hice nada especial. No Salí a ninguna parte, me quedé en casa, ordené el cuarto, jugué fútbol, leí muchos libros, monté bicicleta, etcétera, etcétera”.
EL DIA QUE NO HUBO CLASE. Cuenta como Juan Guillermo va posponiendo la realización de su actividad escolar con la simple disculpa “la hago después” Así transcurre el fin de semana atormentado por no realizar las obligaciones estudiantiles. Llega el lunes y no hay clase como una recompensa circunstancial a su irresponsabilidad.
UN ARBOL TERMINANTEMENTE PROHIBIDO. Masticar chicle está literalmente prohibido en el manual de convivencia por ser el enemigo número uno de los profesores. Sin embargo, los alumnos de Quinto A rompen las normas y se dedican en desproporcionada e insólito deseo reprimido de masticar chicle y enterrar los residuos en el jardín de la escuela. De esta falta nace el árbol más alto del universo, ocasionando el desorden académico y administrativo en el plantel. Y para colmo de los males, es un árbol de chicle que generará goma para todos los alumnos de la Institución.
EL TERROR DE SEXTO B. El alumno Sergio Hernández, el cual tiene conducta condicional, es llevado a rectoría por no realizar la tarea de inglés en repetidas ocasiones. En el camino al lugar de juicio decide hacerle una broma a Porki. Se mete en el salón de materiales didácticos, agarra un esqueleto con cuerda y lo asoma a la ventana y como una “marioneta macabra” lo hace participar en la clase desde su escondite. El profesor, después de haber leído las aventuras de Tom and Mary, pregunta a los alumnos: ¿Quién no entendió algo? Sergio aprovecha para alzar la mano esquelética por la ventana. Porki al ver la mano se enmudece y comienza a derramar sudor por todo su cuerpo, pierde el control y se retira del salón sin dejar ninguna actividad para el día siguiente, lo cual fue de mucha sorpresa para los alumnos. El profesor, que estuvo a punto de perder la vida por tremendo susto, más nunca volvió.
MARTES A LA QUINTA HORA O LA CLASE DE GIMNASIA. Torturas a la personalidad por ser la niña gorda del curso y sentir el desprecio imaginario de sus compañeros al vestir el uniforme de educación física, el cual la hacía ver su figura desproporcionada. La llegada de la hora a clase la hacía sentir intensos dolores de estómago, usar cuello ortopédico y llegar al extremo de romperse el brazo para no asistir a clase de educación física. Pero en una hora cualquier de las miles sufridas, Juana dijo basta ya. Entonces, más nunca recibió las órdenes del profesor que la hostigaba para hacerla rendir más allá de sus capacidades.
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Explicación:
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