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Coeditado por las universidades nacionales de Salta y Mar del Plata, este ensayo recopila distintos textos sobre la construcción de la identidad y sus paradigmas literarios, temas que Sylvester, poeta y narrador salteño, compilador además de la antología “Poesía del Noroeste. Siglo XX”, ha venido trabajando en los últimos años.
Entre los elementos que configuran la identidad de la región -integrada por Jujuy, Salta, Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja y Tucumán- el escritor enumera: “Viejas conductas, música que viene a través del tiempo, una gastronomía propia, incluso una tonada. Eliot decía que una prueba de la decadencia inglesa era el desinterés por la cocina”.
A propósito del título de su libro, señala Sylvester: “La identidad siempre tiene algo de problema. Si falta, es malo; y si hay mucho, también. Hoffmann decía en el siglo XVIII que una identidad demasiado fuerte actúa como un aduanero que no deja pasar otras cosas que trae la vida. Y la falta de identidad actúa negativamente: es dispersador”.
Subraya que más que identidad habría “identificaciones”, al tiempo que habla de “salteñidad” como una categoría antropológica: “Digo `identificaciones` porque apunta a lo concreto, cosas con las que la gente se identifica; hablar de identidad en cambio puede suponer algo ontológico”.
“La `salteñidad`, como toda identidad regional -señala-, se basa en elementos concretos y en movimiento: por ejemplo la baguala tiene un precedente musical que viene desde antes del descubrimiento de América, y en el camino se encontró con la copla española”.
“De ahí ese sincretismo que nos identifica. Pasa con la cultura del maíz, que dio una variedad de comidas, sopas y postres que caracterizan a la zona. O la tonada del norte, que tiene base quechua”.
La tradición juega un papel preponderante en el concepto de identidad, dice Sylvester, quien además explica que el término viene del latín `traditio` que significa `entrega`; la que se hace de una generación a otra: “A su vez, cada generación elige de esa entrega lo que le conviene y le sigue sirviendo. No se trata entonces del tradicionalismo inmovilizante”.
“Pienso que esa `traditio` se ha modificado con las nuevas tecnologías; ya no se trata tanto de un legado, sino de que las nuevas generaciones abrevan en el puro presente (internet, facebook, mail) donde está todo revuelto; la tradición se arma hoy con diversos materiales: antiguos, recientes, buenos, malos, caprichosos, lejanos, sin que haya mucha selección, ni mucho conocimiento previo, sino pura intuición”.
Entre otros conceptos del libro, se señala que la identidad está dada por la mirada del otro que, sostiene, “termina haciéndonos saber cómo somos, porque no somos sino en sociedad”.
Algunos pasajes del ensayo refieren a producciones simbólicas de “lo argentino”, determinadas siempre desde Buenos Aires: “Esto ha sido siempre un problema, porque lo que se presenta como `argentino` suele ocuparse en realidad de Buenos Aires. Así es desde `La lira argentina` (compilación de poemas, de 1824), que se hizo sólo en esta ciudad y sin embargo ahí ya está el adjetivo”.
“Esta limitación -agrega- funciona hasta hoy en antologías, historias de la literatura, grupos, estrategias, etc. Buenos Aires, por su demografía tiene una prepotencia involuntaria que termina tapando la producción del interior. Ese centro ha crecido hasta la ciudad de Rosario, pero sigue actuando del mismo modo”.
El libro, que se desdobla en cuadro de costumbres, crítica literaria, apuntes biográficos y anecdotario, analiza la producción literaria de instancias que considera fundantes en el plano literario como el grupo l “La Carpa” de Salta y la labor de poetas y escritores como Raúl Galán, José E. Clemente, Joaquín Castellanos y, entre otros, Juan Carlos Dávalos.
A éste último lo caracteriza como el “fundador de la región literaria”: “Dávalos dio cuenta de que lo que sucedía en la región tenía suficiente interés como para ser tenido en cuenta por la literatura. Su obra es obsesiva en esto: se ocupa de flora, fauna, costumbres, oficios, diversiones, fiestas, incluso tiene un libro sobre los insectos”.
“Antes que él, la literatura casi no se ocupaba de la región sino en todo caso del `hombre`, del `destino`, al modo del Romanticismo. Dávalos empieza con la presencia de lo propio en la literatura de la región, y abre la puerta por donde se coló todo”.
La tarea de los escritores citados, según Sylvester, fue la de unir elementos dispersos y mostrarlos consolidando una identidad literaria: “lo que ahora se entiende como la cultura del norte”.
Explicación:
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