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Entre 1900 y 1910 la capital de la república se transformó. Un afrancesamiento en la arquitectura, en la moda, en el estilo de vida se apoderó de la noble y leal ciudad de México. Grandes obras públicas se terminaron y otras se pusieron en marcha. En 1900 don Porfirio puso en servicio el novedoso tranvía eléctrico, inauguró las obras del desagüe del valle de México y la Penitenciaría d el Distrito Federal conocida como Lecumberri.
Dos años después colocó la primera piedra del futuro monumento a la independencia que sería coronado con una victoria alada. También en 1902 la Compañía Mexicana de Gas y Luz eléctrica impulsó el embellecimiento de la ciudad al introducir el novedoso cableado subterráneo que llegó para sustituir a los postes y el mal aspecto que daban los cables al exterior.
Respuesta:
encontre de 1900 a 1910
El porfiriato vivió su época de mayor esplendor en los primeros años del siglo XX. Entre 1900 y 1910 la capital de la república se transformó. Un afrancesamiento en la arquitectura, en la moda, en el estilo de vida se apoderó de la noble y leal ciudad de México. Grandes obras públicas se terminaron y otras se pusieron en marcha. En 1900 don Porfirio puso en servicio el novedoso tranvía eléctrico, inauguró las obras del desagüe del valle de México y la Penitenciaría d el Distrito Federal conocida como Lecumberri.
Dos años después colocó la primera piedra del futuro monumento a la independencia que sería coronado con una victoria alada. También en 1902 la Compañía Mexicana de Gas y Luz eléctrica impulsó el embellecimiento de la ciudad al introducir el novedoso cableado subterráneo que llegó para sustituir a los postes y el mal aspecto que daban los cables al exterior. Entre 1905 y 1910 se inauguraron otras obras: el mercado de la Lagunilla, el rastro, el Hospital General, el Hospicio, el manicomio de la Castañeda, el Palacio de Comunicaciones y el edificio de Correos.
Otras regiones del país también se beneficiaron con la obsesión de don Porfirio por el progreso material. En 1902 viajó a Veracruz para inaugurar las obras que dejaron al puerto como uno de los más modernos y funcionales del momento. Quizá el viaje más importante fue realizado en 1907, cuando el viejo dictador marchó al Istmo para inaugurar personalmente las obras de saneamiento y modernización de los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos a cuyas estaciones llegaría el célebre ferrocarril de Tehuantepec. Por primera vez en la historia de México el Golfo de México y el Oceáno Pacífico eran unidos por el progreso y la locomotora. Los logros materiales llegaron a ser tan evidentes, que durante las fiestas del Centenario en 1910, en uno de sus pocos discursos, Don Porfirio expresó:
""Hemos querido festejar nuestro Centenario con obras de paz y de progreso. Hemos querido que la humanidad, congregada por intermedio vuestro en nuestro territorio, juzgue de lo que son capaces un pueblo y un gobierno cuando un mismo móvil los impulsa: el amor a la patria, y una sola aspiración los guía: el progreso nacional. El pueblo mexicano, con vigoroso empuje y con lúcido criterio, ha pasado de la anarquía a la paz, de la miseria a la riqueza, del desprestigio al crédito y de un aislamiento internacional a la más amplia y cordial amistad con toda la humanidad civilizada. Para obra de un siglo, nadie conceptuará que eso es poco"". Pero como en toda dictadura, la prosperidad de unos cuantos se reflejaba en la miseria de la mayoría. Las contradicciones sociales eran escandalosas.
En 1910 la república tenía 15 millones de habitantes. El setenta por ciento de la población era rural. El resto se encontraba en las ciudades y los centros fabriles más importantes: México, Guadalajara, Puebla y Monterrey. El setenta y dos por ciento no sabía leer ni escribir y la riqueza estaba concentrada en una pequeña oligarquía burguesa -la corte de don Porfirio- que se enriquecía participando en una amplia gama de negocios públicos: obras, transportes, minería, petróleo, banca y comercio.
El México porfiriano mostró siempre dos rostros. El del progreso material cristalizado en los casi veinte mil kilómetros de vías férreas, la red telegráfica que unía al país, líneas telefónicas en las zonas urbanas, el alumbrado eléctrico, las casas comerciales y las obras públicas. El rostro de la desigualdad era lacerante. La hacienda se convirtió en el paradigma de la explotación. ""Si quieren sembrar, que siembren en maceta"" comentaban los hacendados de Morelos. En algunos lugares como Valle Nacional -en Oaxaca- y Yucatán, las condiciones de vida frisaban la esclavitud. La situación no era mejor para los obreros. Con jornadas de trabajo de más de 12 horas, sin derecho a huelga y sin seguridad social, las fábricas se convirtieron en verdaderos polvorines.
Las sangrientas represiones sobre los obreros de Cananea en 1906 y Río Blanco en 1907 evidenciaron la terrible situación de los centros fabriles. El porfiriato acabó con las libertades públicas. La sociedad abdicó de sus derechos políticos a cambio del oropel de la estabilidad y la paz social, anhelada casi por un siglo.
explicación paso a paso: epero av
verte ayudado amig@
saludos UvU
camargoalandetei