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Respuesta:
El estudio del periodo medieval remite a indagar en el origen de muchos signos de identidad de la sociedad actual, así
como avanzar en los procedimientos y valores de la ciencia histórica. En la tarea, el investigador debe superar las
dificultades en torno a la capacidad epistemológica, hermenéutica y heurística y el docente debe ser capaz de organizar el
propio discurso y alcanzar las vías de motivación del alumnado. En todos los casos, el recorrido está constantemente
acompañado por una visión popularizada y diversa de la Edad Media.
Palabras clave: Historia, Edad Media, Enseñanza, Educación, Aprendizaje, Ciencias sociales, Literatura, Cine, Cultura
Recuperación actual, valores, contravalores y enseñanza
Existió un tiempo, de duración milenaria, que, una vez transcurrido, fue considerado como un periodo medio, entre unas
luces y otras, si bien posteriormente diferentes miradas distinguieron y ensalzaron en él fulgores por los que no sólo fue
apreciado en sí mismo sino estimado como cuna de los valores que han consolidado florecimientos y realidades seculares.
Los nuevos enfoques no modificaron la etiquetación como "Edad Media", pero sí fueron añadiendo revisiones que, a
menudo contradictoriamente, se convirtieron en la amalgama distintiva de esta época aparentemente media y lejana, o
próxima a través de imágenes de una edad a veces oscura y cruel, otrora valiente y culta, cuna de nuestras colectivas
identidades nacionales y lingüísticas, o también en ocasiones imaginativa área de mundos más evasivos, con generosas
lealtades quizás épicas.
Conviven en una misma definición, en suma, una pluralidad de enfoques, hasta el punto de asemejarla a un gran almacén
donde poder escoger los elementos, tal vez tópicos y tradicionales, para justificar el presente y condicionar el futuro o,
simplemente, para remodelar el pasado a tenor de gustos y obsesiones actuales. Siendo así, la misma labor divulgativa y
docente puede ser alterada por bagajes previos, tanto en el alumnado como en el profesorado, y seguramente conviene
analizar, aunque sea de manera breve, qué concibe nuestro presente al pronunciar la escueta locución Edad Media.
La Edad Media fuera de las aulas
Existe otro medioevo (1) , vivo y popularizado al margen de la Edad Media académica, si bien desde una pluralidad de
vertientes (2) .
Esas tinieblas apreciadas tanto por Théodore de Bèze como por Pierre Bayle, junto a la condición de etapa estancada y
media de la civilización valorada por Cristóbal Celario, en un periodo que Voltaire aconsejaba conocer para poder
despreciarlo, se muestran aún bien vivas en el acervo común. El lenguaje cotidiano da fe de ello, y un simple repaso a la
prensa evidencia el uso de la expresión como sinónimo de barbarie, oscuridad, ocultismo, crueldad (la tortura), actitudes
irracionales (la Inquisición) en un contexto de epidemias, opresiones y terrores vitales (3) .
La noción de progreso, que ha iluminado bajo distintos dictados la comprensión de la sociedad desde la Ilustración hasta la
presente postmodernidad, ha contribuido a cargar en la Edad Media los contravalores de la civilización desde la
simplificación que el retroceso en el tiempo comporta una supuesta disminución en los valores sociales y humanos. Por ello
la Edad Media popularizada es el espacio natural de cinturones de castidad, de procesos judiciales arbitrarios o de una
cotidianeidad alejada de prácticas higiénicas, todo en un contexto preferentemente rural y feudalmente despiadado.
Explicación: