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Primero que nada, la ubicación. Mientras que los mayas se se establecieron en lo que hoy es el sureste de México, Guatemala, Honduras y el Salvador, el imperio llamado “Azteca” abarcó del golfo al centro de México. Desde luego con una zona de traslape entre ambas culturas. Además, cuando los aztecas llegaron a su mayor expansión, por el año 1300, la civilización maya ya había pasado su periodo clásico… 400 años antes.
Las primeras ciudades mayas se fundaron por el año 750 AC (al mismo tiempo que se fundaba Roma) y las últimas fueron abandonadas por el año 950 DC, cuando Europa estaba en plena edad media.
Los aztecas, llamados más propiamente “mexicas” fundaron su imperio en el siglo 14 (cuando los Médici se volvían de las casa más poderosa de Europa) y duró hasta 1521 con la llegada de los españoles. Su dominio prevaleció apenas poco más de 100 años.
La lengua de los mayas está emparentada con las de centro y sudamérica . Entre sus dioses están Chaac, el dios de la lluvia, y Kukulcán, la serpiente emplumada.
Los mexicas, por su parte, provenían de las tribus del norte de México y sur de Estados Unidos. Al llegar al valle de México, tomaron y adaptaron varios elementos de la culturas locales. Aunque las grandes ciudades mayas se habían abandonado, la gente y su cultura aún permanecían. El equivalente mexica de Chaac era Tláloc, dios de la y de Kukulcán, Quetzalcóatl… y trajeron a su propio dios de la guerra, Huitzilopochtli, como su deidad principal. Por sus orígenes tan diferentes, el lenguaje de los mexicas (el náhuatl) y el maya tienen estructuras tan distintas como el español y el alemán.
Los mexicas se asentaron en el Lago de Texcoco, el cual se transformó en la poderosa ciudad de Tenochtitlan allá por el año 1325. Desde ahí el “Huey Tlatoani” exigía a los pueblos conquistados tributo de pieles, cosechas, artesanías y jóvenes para sacrificios humanos. ¡Gulp! ¡Los impuestos eran peores en esos días! Los mayas nunca tuvieron un imperio consolidado, sino que eran una serie de ciudades-estado gobernadas por los sacerdotes entre las cuales había comercio y constantes guerras.