1. Mencionar las principales civilizaciones antiguas que se desarrollaron a orillas del mar mediterráneo.
2. ¿Quiénes le dieron el nombre a los fenicios y qué significado tiene ese nombre?
3. De que poderosos vecinos estaba rodeada Fenicia? Menciónalos
4. ¿Qué clase de madera abundaba en sus bosques?
5. Nombra el molusco de donde extraían los fenicios la púrpura
6. ¿Cuáles eran las principales ciudades fenicias?
7. ¿Cuál fue el mayor aporte de los fenicios a la humanidad?
8. ¿Cuáles eran los principales cultivos de los romanos?
9. ¿Dónde estaba ubicada Roma y en que península?
10. ¿Quiénes fueron los filósofos griegos más destacados?
11. ¿Qué aportes importantes hizo Roma a la humanidad?
12. ¿Qué idiomas se derivan del latín?
13. ¿Cómo quedo el imperio Romano cuando el emperador Teodosio lo dividió? ¿Cuáles eran sus capitales?
14. ¿Cuál fue la actividad económica más relevante para los griegos?
15. ¿Qué sistemas políticos fueron los protagonistas en la antigua Grecia?
Respuestas
Explicación:
Durante la primera mitad del milenio I a. C. las naves fenicias surcaron sin descanso el Mediterráneo desde su lugar de origen, en la franja litoral sirio-libanesa, hasta llegar al estrecho de Gibraltar. En su momento hicieron posible un intercambio económico y cultural sin precedentes entre los pueblos de Oriente y Occidente. Para dar apoyo a sus recién estrenadas rutas crearon factorías y asentamientos a lo largo de la costa, desde Chipre hasta Cádiz, pasando por Sicilia, Cerdeña y el norte de África, que con el tiempo se convirtieron en auténticas ciudades. Cuando Fenicia decayó, una de estas colonias, Cartago, tomaría el relevo y mantendría vivo, aunque con personalidad propia, el espíritu fenicio varios siglos más.
Ciudades-estado
La costa de Canaán, en el actual Líbano, estuvo habitada desde la prehistoria, y en ella se habían formado ciudades desde muy antiguo. Los primeros restos de Biblos, por ejemplo, datan de 2700 a. C. Pero su desarrollo conoció el mayor impulso después de las violentas migraciones de los llamados Pueblos del Mar, que hacia 1200 a. C. acabaron con la civilización micénica, con epicentro en Grecia, y causaron una fuerte inestabilidad en el Mediterráneo oriental. Los supervivientes de la gran crisis resurgieron con vigor y formaron lo que se conocerá como Fenicia, nombre griego que significa país de los hombres de púrpura, en alusión al característico tinte utilizado en sus tejidos.
Los fenicios vivían en ciudades independientes y, si bien tenían en común una serie de elementos aglutinadores, como el idioma, las costumbres, la religión y la cultura, Fenicia no existía como entidad territorial y nunca constituyó un estado unificado. Las urbes fenicias a menudo estaban enfrentadas por rivalidades comerciales, y ninguna de ellas llegó a imponer su hegemonía sobre las demás. Estaban situadas en penínsulas, como Biblos y Sidón, o bien en islas, como en el caso de Tiro. Cada una de ellas poseía un territorio en tierra firme que le permitía obtener los productos de la agricultura y la ganadería necesarios para su subsistencia. Su economía, sin embargo, se basaba sobre todo en la industria y el comercio, especialmente el marítimo.
A fines del milenio II a. C., los fenicios disponían de los conocimientos técnicos suficientes y de los materiales necesarios para lanzarse a la navegación de grandes distancias.
Políticamente, estas ciudades-estado eran monarquías hereditarias. Estaban gobernadas por un rey al que asistía un consejo de ancianos, en el que se hallaban representadas las grandes familias de la poderosa clase social mercantil. De hecho, se trataba de un régimen a medio camino entre la monarquía y la oligarquía, que contaba también con un nutrido cuerpo de funcionarios.
A diferencia de otras culturas vecinas, los fenicios nunca tuvieron la ambición de conquistar territorios y someter a otros pueblos para aumentar el poder de sus gobernantes. Por eso no se preocuparon en destacar en el terreno militar. Basaban su defensa en la ubicación de sus ciudades en lugares de difícil acceso y en la protección de sus murallas. Y respecto a sus poderosos vecinos asirios y babilonios, prefirieron, antes que luchar, pactar y convertirse en sus tributarios.
Navegar y explorar
La situación de las ciudades fenicias, rodeadas de montañas que hacían difíciles las comunicaciones por tierra y casi acorraladas por imperios poderosos, como el asirio, el hitita, el egipcio y más tarde el persa, hizo que el mar fuera su salida natural. A fines del milenio II a. C., los fenicios disponían ya de los conocimientos técnicos suficientes y de los materiales necesarios para lanzarse a la navegación de grandes distancias. Construían sus naves con la preciada madera de los cedros y cipreses de los bosques libaneses. Una vez ensambladas las embarcaciones, las calafateaban con betún, una extraordinaria innovación que garantizaba su impermeabilidad. Poseían dos tipos de barcos: los de guerra, a los que incorporaron un invento que en su momento fue revolucionario, el espolón, con el que podían embestir a las naves enemigas; y los de carga, más anchos y lentos, pero con mayor capacidad.
La audacia de sus marinos les impulsó a emprender rutas hasta lugares alejados y desconocidos. Aprendieron a navegar también empleando como referencia la Osa Menor, lo cual hacía innecesario recalar en un lugar protegido para pasar la noche. De este modo podían alejarse de las costas, navegando a mar abierto, y cubrir grandes distancias en poco tiempo.