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La violencia, discriminación y el racismo son factores determinantes que impiden el desarrollo de las niñas y mujeres indígenas, quienes enfrentan no sólo violencia sexual sino institucional, explica Otilia Lux de Coti en una entrevista para conmemorar el Día Naranja de abril, 2017.
Otilia es la ex Directora Ejecutiva del Foro Internacional de Mujeres Indígenas, y le precede una carrera como lideresa indígena y activista a favor de los derechos humanos y de los derechos de las mujeres en Guatemala. Para conmemorar el día contra la eliminación de la violencia a niñas y mujeres indígenas, nos alerta sobre los grandes desafíos en materia de derechos y justicia a las indígenas de la región.
“La violencia, la discriminación y el racismo son flagelos que impiden el pleno desarrollo de mujeres y niñas indígenas”, apunta Lux de Coti, “la violencia institucional la encontramos especialmente en el que el estado de derecho no es para todos los ciudadanos del país”.
“En el caso de Guatemala, las mujeres indígenas viven la violencia institucional en el ámbito de la extracción minera, porque como están en la defensa de la tierra, del territorio y de los recursos naturales, las mujeres líderes se enfrentan y dicen que la tierra es de todos, que es comunitaria”.
Un ejemplo de esta discriminación institucional, recuerda Otilia, es el veredicto del caso Sepur Zarco, en el que se halló culpables a dos militares acusados de crímenes de guerra, delitos de esclavitud sexual, violaciones, desapariciones forzadas, malos tratos y discriminación cometidos entre 1982 y 1983 contra 11 mujeres indígenas que vivían alrededor del destacamento Sepur Zarco, en Guatemala.
Si bien el logro obtenido con la valentía y la determinación de las mujeres q’eqchí apoyadas por diversas organizaciones en el caso Sepur Zarco es un avance histórico, Lux de Coti amplía las maneras en las que podemos frenar la violencia contra niñas y mujeres indígenas a la educación y los mecanismos internacionales que guíen las políticas públicas locales.
“Se ha desarrollado trabajo para la promoción de las niñas en el ámbito educativo, para que las niñas lleguen por lo menos al sexto año de primaria y en las áreas rurales, que es donde se manifiesta mucho más la deserción o el retiro de las escuelas. Esto permitirá a las niñas y mujeres tener una vida plena en sus derechos”.
“En Guatemala han trabajado la Convención Belén do Pará o la CEDAW, que son instrumentos internacionales que orientan a los estados para asumir responsabilidades para hacer contrapeso a la violencia, un flagelo creado en nuestros países desde hace muchos años que ha impedido a la mujer su pleno desarrollo”.
La ex directora del Foro Internacional de Mujeres Indígenas señaló que los principales desafíos para poner fin a esta pandemia en la región son, también, las normas sociales, que reproducen los estereotipos de género, y los marcos normativos que toleran la discriminación contra mujeres y niñas.
En su opinión, si en la actualidad no se respetan los derechos humanos de las mujeres y no se garantiza la plena participación en condiciones de igualdad para las mujeres de modo generalizado, la situación es mucho más precaria para mujeres indígenas y afrodescendientes.
Por motivos como estos, el Día Naranja conmemora cada día 25 del mes las formas de violencia contra las mujeres que deben ser erradicadas, en el marco de la Campaña del Secretariado General de Naciones Unidas “ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres”
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