Quienes conforman las elites comerciales en la actualidad, por qué?

Respuestas

Respuesta dada por: scjd253
18

Respuesta:

Explicación:

Los bancos y multinacionales o empresas internacionales conforman estas ya que tienen amplio dominio en este sector, por sus amplias ventas y su control del mercado.

Respuesta dada por: valentinavronc04
6

Respuesta:

hola U-U

espero que te sirva UvU

Explicación:

Dónde están hoy las élites, quiénes las integran y qué conductas promueven son preguntas clave en una sociedad como la nuestra, donde los comportamientos de las figuras de referencia son cada vez más imitados, dada la enorme difusión que les conceden los medios de comunicación.  Pero este nuevo entorno no parece que traiga noticias esperanzadoras, en la medida en que marca el paso de sociedades regidas por unas élites que se señalaban a sí mismas como modelo, a otras donde las figuras de referencia apenas poseen valores que las hagan destacables. Como asegura José Fernández Dols, profesor de psicología social de la Universidad Autónoma de Madrid,  hasta principios del siglo XX había tres clases de élites (la financiera, la militar y la política) a la que, iniciado el siglo,  se sumó una cuarta instigada por Hollywood, “la de las estrellas, personas que son famosas no a causa de sus méritos sino por una especie de círculo vicioso: son populares porque son populares”. Y lo más negativo de esta situación, apunta Fernández Dols, es que esa búsqueda del estrellato  ha terminado contaminado a las otras élites. De este modo,  “ya no se exige al profesional que posea determinadas cualidades intelectuales o que se comporte de un modo éticamente válido, sino que se le pide que se convierta en una estrella. Da igual que sea un abogado, un cirujano o un arquitecto: ya no se valora su historial sino que se repara sólo en su relevancia mediática”.

Carmen Valle, profesora de psicología social de la Universidad San Pablo-CEU, insiste en que el proceso de selección de esas nuevas figuras de influencia se realiza conforme a criterios poco productivos socialmente. Así, “lo que se busca es gente que atraiga la atención, que sea llamativa o extravagante. Da igual que sea para bien o para mal. Lo importante es que sean capaces de hacer a los demás hablar de ellos”. De modo que, asegura Valle, muchas personalidades públicas acaban prestándose al juego, “y  si tienen que decir una barbaridad para salir en los medios  lo harán, porque saben que les resultará rentable”. Producto de esta tendencia nos encontramos con que “las personas relevantes que al final se convierten en líderes de opinión se reducen a dos o tres políticos y a un montón de famosillos”.  Lo que es un problema serio, advierte Valle, ya que hablamos de personajes que realmente influyen en la sociedad. “Si un experto en trastornos de la alimentación acude a un programa televisivo a tratar el asunto y tiene que debatir con Belén Esteban, saldrá perdiendo: el público tomará mucho más en cuenta la opinión de ese personaje popular que la del experto”.

Sabemos desde hace mucho tiempo, afirma Valle, que adquirimos nuestras actitudes y opiniones a través de la observación del entorno: vemos lo que hacen nuestros padres, nuestros familiares y las personas a las que valoramos, y de ahí extraemos ideas y actitudes que nos guían a la hora de actuar. Una tendencia que se intensifica cuando no sabemos muy bien qué opinar. Si nos adentramos en un terreno que desconocemos, solemos reparar mucho más en nuestro entorno (ya sea en el más cercano o en el de las figuras de referencia que conocemos a través de los medios) para saber qué deberíamos pensar o hacer. “Y lo paradójico es que, en un gran porcentaje, las opiniones que más se tienen en cuenta no son las más sólidas moralmente o las mejor argumentadas, sino aquellas que más gente sigue. Lo más usual es que nos fijemos en lo que piensa la mayoría de la gente y  acabemos creyendo lo mismo que ellos. Así, cuando observamos a un personaje determinado, lo que solemos valorar es cuánta gente le apoya y no si vale la pena lo que dice o hace”.  

Por eso, afirma Valle, cuando un medio de comunicación poderoso decide defenestrar a un político, acaba consiguiéndolo. Y de igual modo ocurre cuando decide ensalzar a alguien. El mejor ejemplo sería Obama: “Antes de ser elegido y, por lo tanto, antes de hacer nada, ya se le había dado una gran relevancia en los medios. Se convirtió en un referente sin haber realizado acciones que lo justificasen”, justo lo que ha ocurrido con un Nobel que ha premiado la esperanza y no la realidad.

Pero este tipo de sociedad en la que sólo prima lo visible es perjudicial en muy diferentes sentidos. Y uno de los más significativos es la cantidad de frustración que genera, asegura Fernández Dols, ya que nos ofrece modelos muy difíciles de imitar.


valentinavronc04: denada
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