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En Santa María del Tule, Oaxaca, se yergue un árbol espectacular que tiene, por cierto, el tronco más ancho el mundo. Se trata de un precioso ahuehuete que, según estimaciones, tiene más de 2,000 años de edad. Su tronco tiene 14 metros de diámetro y se necesitarían a unas 30 personas agarradas de las manos para envolverlo en un precioso abrazo.
El hermoso árbol es icónico y se le quiere tanto que el segundo lunes de octubre de cada año, le toca fiesta con castillos de cohetes, toritos, comida y bebida. Sin duda está bien presente en el imaginario colectivo de los oaxaqueños.
El "Tule" como le llaman cariñosamente los pobladores de la zona, protagoniza un par de mitos y múltiples leyendas y creencias. Se piensa que el sitio donde ha echado raíces es sagrado. Hoy adorna con su inmensa sombra el atrio de la iglesia del pueblo. Entre las intrincadas formas de su enorme tronco, a los pobladores se las han revelado figuras preciosas: la cabeza de un venado, un león, un cocodrilo.
Pero tal vez una de las leyendas más lindas está basada en un cuento popular de los mixes. En ella se relata la historia del Rey Kong Oy, que nació de un huevo y era un niño muy fuerte que, al crecer, se convirtió en protector del pueblo mixe.
Un día pasó por Tule y decidió descansar ahí, clavó su bastón en la tierra y de él surgió el enorme árbol, y él se quedó descansando en el cerro de los 20 picos. Dicen que mientras el Tule esté vivo, el rey seguirá protegiendo a su pueblo.
El relato conmueve: el árbol enorme es símbolo de protección, cariño y pertenencia; y aunque es una explicación de su origen y apela al pasado mixe, también es un llamado hacia el futuro, nos recuerda lo importante que es mantener vivo al Árbol del Tule (que en más de una ocasión ha peligrado por la contaminación y la escasez de agua). Así como Kong Oy protegió a los mixes, hoy nosotros debemos cuidar este legado vital que es la tierra.
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