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Respuesta:
Las vacunas ayudan a desarrollar inmunidad al imitar una infección.
No obstante, ese tipo de infección no provoca enfermedad, pero sí
hace que el sistema inmunitario produzca linfocitos T y anticuerpos.
A veces, después de aplicar una vacuna, la imitación de la infección
puede provocar síntomas menores, como fiebre. Esos síntomas
menores son normales y previsibles mientras el cuerpo desarrolla la
inmunidad.
Una vez que la imitación de la infección desaparece, al cuerpo le
queda un suministro de linfocitos T de “memoria” y también de
linfocitos B que recordarán cómo combatir esa enfermedad en el
futuro. Sin embargo, el cuerpo suele tardar algunas semanas en
producir linfocitos T y linfocitos B después de la vacunación. Por
lo tanto, es posible que una persona que contrajo una enfermedad
por infección justo antes o justo después de vacunarse desarrolle
síntomas y contraiga la enfermedad, porque la vacuna no tuvo
suficiente tiempo de brindar protección.
Explicación:
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