• Asignatura: Inglés
  • Autor: guadalupe0517
  • hace 6 años

cual es la trama de la historia de tenga para que se entretenga​

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Respuesta dada por: santosalexandra
5

Respuesta:

NFORME CONFIDENCIAL

El 9 de agosto de 1943 la señora Olga Martínez de Andrade salió de su domicilio en

Tabasco 106, Colonia Roma, acompañada de su hijo de seis años, Rafael Andrade

Martínez. La señora tenía una invitación para comer en casa de su madre, doña Caridad

Acevedo de M., que habitaba en Gelati número 36 bis, Tacubaya. Aprovechando la hora

temprana y la cercanía decidió llevar a su niño a Chapultepec.

Rafael estuvo muy contento jugando en Chapultepec.

Estaba cansado y se tendió de espaldas en la hierba. Su madre tomó asiento en el tronco

vencido de uno de aquellos árboles.

Transcurrieron varios minutos, Olga sacó su reloj. Acercándoselo mucho a los ojos vio que

eran las dos y dijo que ya debían irse a casa de la abuela. Rafael le suplicó que lo dejara

un rato más. La señora aceptó de mala gana,

Para esas horas Chapultepec había quedado desierto. Con una ramita, el niño se divertía

en poner obstáculos al desplazamiento de un caracol, De pronto se abrió un rectángulo de

madera oculto bajo la hierba rala del cerro y apareció un hombre que dijo a Rafael:

-Déjalo, no lo molestes, Los caracoles no muerden y conocen el reino de los muertos,

Salió del subterráneo, fue hacia la señora, le tendió un periódico doblado en dos y una rosa con un alfiler:

Explicación:


guadalupe0517: gracias
santosalexandra: Espero y te sirva
Respuesta dada por: saulalexisibarra
3

Tan inesperadas derivaciones tenían que encontrar un hasta aquí. Gracias a métodos que no viene al caso describir, los torerillos firmaron una confesión que aclaró las dudas y acalló la maledicencia. Según consta en actas, el 9 de agosto de 1943 los adolescentes aprovechan la soledad del Bosque a las dos de la tarde y la mala vista de Olga para montar la farsa de la cueva y el vigilante misterioso. Enterados de la fortuna del ingeniero, que hasta entonces había hecho esfuerzos por ocultarla, se proponen llevarse al niño y exigir un rescate que les permita comprar su triunfo en las plazas de toros. Luego, atemorizados al ver que pisan terrenos del implacable hermano del presidente, los torerillos enloquecen de miedo, asesinan a Rafael, lo descuartizan y echan sus restos al Canal del Desagüe.

Respuesta:

 

Estimado señor:

Le envío el informe confidencial que me pidió. Incluyo un recibo por mis honorarios. Le ruego se sirva cubrirlos mediante cheque o giro postal. Confío en que el precio de mis servicios le parezca justo. El informe salió más largo y detallado de lo que en un principio supuse. Tuve que redactarlo varias veces para lograr cierta claridad ante lo difícil y aun lo increíble del caso. Reciba los atentos saludos de Ernesto Domínguez Puga Detective Privado

Palma 10, despacho 52

México, Distrito Federal, sábado 5 de mayo de 1972

 

Informe Confidencial

El 9 de agosto de 1943 la señora Olga Martínez de Andrade y su hijo de seis años, Rafael Andrade Martínez, salieron de su casa (Tabasco 106, colonia Roma). Iban a almorzar con doña Caridad Acevedo viuda de Martínez en su domicilio (Gelati 36 bis, Tacubaya). Ese día descansaba el chofer. El niño no quiso viajar en taxi: le pareció una aventura ir como los pobres en tranvía y autobús. Se adelantaron a la cita y a la señora Olga se le ocurrió pasear al niño por el cercano Bosque de Chapultepec.

Rafael se divirtió en los columpios y resbaladillas del Rancho de la Hormiga, atrás de la residencia presidencial (Los Pinos). Más tarde fueron por las calzadas hacia el lago y descansaron en la falda del cerro.

Llamó la atención de Olga un detalle que hoy mismo, tantos años después, pasa inadvertido a los transeúntes: los árboles de ese lugar tienen formas extrañas, se hallan como aplastados por un peso invisible. Esto no puede atribuirse al terreno caprichoso ni a la antigüedad. El administrador del Bosque informó que no son árboles vetustos como los ahuehuetes prehispánicos de las cercanías: datan del siglo XIX. Cuando actuaba como emperador de México, el archiduque Maximiliano ordenó sembrarlos en vista de que la zona resultó muy dañada en 1847, a consecuencia de los combates en Chapultepec y el asalto del Castillo por las tropas norteamericanas.

El niño estaba cansado y se tendió de espaldas en el suelo. Su madre tomó asiento en el tronco de uno de aquellos árboles que, si usted me lo permite, calificaré de sobrenaturales. Pasaron varios minutos. Olga sacó su reloj, se lo acercó a los ojos, vio que ya eran las dos de la tarde y debían irse a casa de la abuela. Rafael le suplicó que lo dejara un rato más. La señora aceptó de mala gana, inquieta porque en el camino se habían cruzado con varios aspirantes a torero quienes, ya desde entonces, practicaban al pie de la colina en un estanque seco, próximo al sitio que se asegura fue el baño de Moctezuma.

A la hora del almuerzo el Bosque había quedado desierto. No se escuchaba rumor de automóviles en las calzadas ni trajín de lanchas en el lago. Rafael se entretenía en obstaculizar con una ramita el paso de un caracol. En ese instante se abrió un rectángulo de madera oculto bajo la hierba rala del cerro y apareció un hombre que dijo a Rafael:

-Déjalo. No lo molestes. Los caracoles no hacen daño y conocen el reino de los muertos.

Salió del subterráneo, fue hacia Olga, le tendió un periódico doblado y una rosa con un alfiler:

-Tenga para que se entretenga. Tenga para que se la prenda.

Olga dio las gracias, extrañada por la aparición del hombre y la amabilidad de sus palabras. Lo creyó un vigilante, un guardián del Castillo, y de momento no reparó en su vocabulario ni en el olor a humedad que se desprendía de su cuerpo y su ropa.

Mientras tanto Rafael se había acercado al desconocido y le preguntaba:

-¿Ahí vives?

-No: más abajo, más adentro.

-¿Y no tienes frío?

-La tierra en su interior está caliente.

-Llévame a conocer tu casa. Mamá ¿me das permiso?

-Niño, no molestes. Dale las gracias al señor y vámonos ya: tu abuelita nos está esperando.

-Señora, permítale asomarse. No lo deje con la curiosidad.

-Pero, Rafaelito, ese túnel debe de estar muy oscuro. ¿No te da miedo?

-No, mamá.

Olga asintió con gesto resignado. El hombre tomó de la mano a Rafael y dijo al empezar el descenso:

-Volveremos. Usted no se preocupe. Sólo voy a enseñarle la boca de la cueva.

-Cuídelo mucho, por favor. Se lo encargo.


guadalupe0517: gracias
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