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Desde que comencé a escribir en esta bitácora, ya tenía en mente hablaros de esta maravilla de la naturaleza, pero el tiempo pasaba y no arrancaba. Algún día tenía que ser. La mayor parte de los hongos mucilaginosos son saprofitos, viven en el suelo y pasan por fases de vida libre unicelular en forma de amebas, que luego pueden llegar a fusionarse en grandes pseudoplasmodios multicelulares dentro de un mismo protoplasma, a veces con una cierta estructura y diferenciación celular. Bajo condiciones de stress ambiental (falta de alimento, edafoclima desfavorable) se transforman organismos complejos pluricelulares con forma de seta (con micelio, cuerpos y fructíferos) que dan lugar a esporas resistentes. Seguidamente, tras una muerte celular programada de tal estructura, las esporas resistentes son liberadas al suelo. Cuando el entorno es favorable crecen y viven en el en forma de amiba unicelular (aisladamente) hasta que de nuevo las condiciones ambientales poco propicias hace que se reúnan mediante señales químicas y vuelve a repetirse el ciclo. Todo esto comencé a leerlo en un libro sobre termodinámica del no equilibrio, luego en otro que versaba acerca de las ciencias de la complejidad y finalmente en uno de teoría de juegos y evolución orgánica. Cuando he comenzado a buscar material en la Web, me he percatado que se trata de un grupo muy variado de taxa que atesora numerosas especies, con modos de vida dispares (algunos fitoparásitos que generan graves daños a las cosechas). Su asignación taxonómica es dudosa. Sin embargo, lo que fascina es su ciclo vital que oscila entre el mundo unicelular y el pluricelular, con rasgos que a veces se asemejan a los de organismos multicelulares complejos, pasando por otras organizaciones intermedios más simples. Una verdadera maravilla que ha atraído la atención de los científicos de disciplinas muy dispares.
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