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El reino de los cielos es una condición espiritual en el hombre, pero el reino de Dios es nuestra relación con Dios en base a la fe. Entiendase "reino" como el dominio, ejemplo: el reino de este mundo, el reino de los cielos, el reino de Dios. Primero es el reino de este mundo, luego el reino de los cielos y después es el reino de Dios. No podemos entrar al reino de Dios sin estar en el reino de los cielos. El reino de este mundo es equivalente al atrio en el tabernáculo o templo, el reino celestial es el lugar santo y el reino de Dios es el lugar santísimo. El reino de Dios está expuesto en el Libro de Génesis como "El Jardín del Edén". Dios puso un manto de separación entre el lugar santo y el lugar santísimo, conocido en Génesis como una espada de fuego revolvente, algo similar a lo que hoy podríamos denominar "una cortina de fuego" impenetrable. Esa cortina no permitió a Adán y Eva que regresaran al reino de Dios debido a su pecado, a causa del pecado el hombre perdió la vida eterna y por eso fue expulsado del reino de Dios. El alimento que Adán debió haber consumido era proveniente del Árbol de Vida pero desafortunadamente consumió fruto de muerte del árbol prohibido, por eso el hombre tiene asignado un limite de años en su vida y perdió lo mas valioso que Dios le había otorgado, la posibilidad de tener la vida eterna.
Dios mantiene vigente una ley que dice "La paga del pecado es la muerte" Romanos 6:23
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Aquel árbol de vida en el Edén, o sea en el reino de Dios, es Jesucristo mismo. Dios siendo amor, amó al mundo a pesar del pecado y para hacerlo acepto en el amado, entregó su hijo para que muriera y el mundo fuese salvo. (Juan 3:23) Hoy en día, por medio de la muerte de Jesucristo, esa división o pared divisoria ya no existe, el manto fue roto en el mismo instante que Jesús murió en la cruz y ahora todos somos invitados a entrar al cielo de Dios. Pasar del atrio al lugar santo solo es por medio de la puerta que es Jesús. La muralla de separación entre el mundo y el cielo siempre existe pero ahora hay una puerta de entrada abierta la cual es Jesucristo quien nos invita a entrar y disfrutar de las maravillosas riquezas del Señor.
Al entrar al cielo debemos ir vestidos de Cristo (haber sido bautizados en su nombre) y haber dejado atrás las vestiduras carnales del hombre viejo. Juan 10:9 Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo