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los representantes colombianos en el romanticismo son: Juan Jacobo, precursor del romanticismo, del hombre atormentado por las dudas, pero capaz de dirigir geniales miradas al mundo del sentimiento y del espíritu , Rafael Nuñez se enfrenta con la figura del Ginebrino con espíritu más crítico y realista (...) en unas notas dedicadas al autor del Contrato Social evoca la admiración que tuvo por él en su juventud: (...) de los "Pensamientos" conservamos a través de medio siglo numerosos recuerdos. El capítulo dedicado a Dios se nos grabó con carácter indeleble y podíamos trasladarlo en este momento íntegro al papel (...)"
José María Samper, su primera novela "Martín Florez" pero en ella y en posteriores producciones opta por el romanticismo social (costumbrismo): "A la edad de 16 años escribí mi primera novela (...) la segunda escrita dos meses después, era verídica, como que pintaba a lo vivo costumbres domésticas y la intitulé "Los misterios de la casa de don Juan" por cuanto estaban de moda entonces Los Misterios de París y de todas las capitales posibles." Desde esta lógica, se puede afirmar que no había una perspectiva o concepción romántica insuperable, que en la práctica se hace evidente en Samper quien aún después de su ingreso a la política y en los lugares destacados en los que hizo nombre, continuó su producción literaria en verso y en prosa.
** Romanticismo en Colombia: Su influencia en la literatura y política. **
La situación de la Literatura Colombiana en la segunda mitad del siglo XIX se caracteriza por la imitación de las formas estilísticas predominantes en las literaturas Europeas, especialmente de la Inglesa y la Francesa. En 1850, cuando ya el romanticismo era prácticamente cosa caduca en Europa, en Bogotá, la "Atenas Suramericana", estaba en todo su furor.
Hacia 1850 el país, con unos partidos políticos en formación se agitaba entre el ansia de reforma y la lucha por sostener la tradición de unas estructuras coloniales. El afán reformista de liberales, comerciantes y artesanos dio lugar al surgimiento de una vasta literatura política de corte radical y a la adopción de la herencia romántica Europea creada al calor de la Revolución Francesa de 1848, que llenó de expectativas políticas especialmente a los artesanos y a jóvenes universitarios; y al surgimiento de movimientos y teorías políticas de tendencia utópica, como la producida por las Escuelas de Blanc, Saint Simon y Fourier. Muchos de los seguidores de éstas tendencias partían del principio de que el Progreso seguía una línea indefinida hasta culminar en un Estado Democrático y Cristiano.
No es gratuito pues, que al calor de estas ideas, la influencia del romanticismo francés se asentara con todo su rigor en los espíritus colombianos de la época y, como lo argumentan distintos historiadores, que tanto liberales como conservadores leían con avidez a los más grandes poetas y novelistas franceses del momento. Loe escritores españoles, gracias al sentimiento antiespañol que predominaba en el país después del proceso de independencia, fueron prácticamente relegados, aunque algunos escritores peninsulares lograron su público, entre éstos, pueden mencionarse a Zorrilla, Espronceda y el Duque de Rivas.
Entre los Franceses ocupó el primer lugar Lamartine con sus discursos contra el ateísmo; Victor Hugo que influyó profundamente en la ideología popular con "Los Miserables" y con "Nuestra Señora de París"; Eugenio Sué conmovió los espíritus de los liberales con "El Judío Errante", en el que presenta a los Jesuitas como serios enemigos de la sociedad y, con "Los Misterios de París" que tuvo tal acogida que en 1848 se publicó "Los Misterios de Bogotá" obra del escritor Eladio Vergara y Vergara quien pinta en sus líneas el contexto Bogotano de 1827 a 1830 y los sucesos políticos de la época, al tiempo que muestra todo lo nocivo de la sociedad santafereña que acababa de salir de los acontecimientos de la Independencia.
Los temas de la Novela y la Poesía Colombiana de la segunda mitad del siglo XIX se trabajaron de acuerdo con los modelos románticos europeos: Predominaban en ellos la fatalidad, la muerte, los sentimientos amorosos; así mismo se rindió culto a lo nacional y lo histórico, siendo éste el punto más importante y rescatable de la influencia romántica Europea, es decir, se adaptaron los temas a las realidades y a la búsqueda de referentes que mostraran una identidad nacional, aludiendo y descubriendo elementos autóctonos perdidos en las leyendas y tradiciones regionales, en los relatos bélicos, etc., y en los libros de cronistas. Se recupera pues, el pasado histórico y se despierta el gusto por el sabor local.
En este sentido, la primera novela de género histórico publicada en el país fue la de Juan José Nieto titulada "Ingermina o la Hija del Calamar", en la cual se narran los amores de una princesa indígena con el español Alonso de Heredia. Su autor había leído a Walter Scott y es fiel a su técnica literaria.
En definitiva, podemos afirmar que el romanticismo hizo volver los ojos sobre la realidad propia, era la época en que se perfilaba en el país el nacimiento de una burguesía que luchaba por reafirmarse como clase dirigente intentando construir los cimientos socio culturales y políticos de la nación y de la nacionalidad.
José María Samper, su primera novela "Martín Florez" pero en ella y en posteriores producciones opta por el romanticismo social (costumbrismo): "A la edad de 16 años escribí mi primera novela (...) la segunda escrita dos meses después, era verídica, como que pintaba a lo vivo costumbres domésticas y la intitulé "Los misterios de la casa de don Juan" por cuanto estaban de moda entonces Los Misterios de París y de todas las capitales posibles." Desde esta lógica, se puede afirmar que no había una perspectiva o concepción romántica insuperable, que en la práctica se hace evidente en Samper quien aún después de su ingreso a la política y en los lugares destacados en los que hizo nombre, continuó su producción literaria en verso y en prosa.
** Romanticismo en Colombia: Su influencia en la literatura y política. **
La situación de la Literatura Colombiana en la segunda mitad del siglo XIX se caracteriza por la imitación de las formas estilísticas predominantes en las literaturas Europeas, especialmente de la Inglesa y la Francesa. En 1850, cuando ya el romanticismo era prácticamente cosa caduca en Europa, en Bogotá, la "Atenas Suramericana", estaba en todo su furor.
Hacia 1850 el país, con unos partidos políticos en formación se agitaba entre el ansia de reforma y la lucha por sostener la tradición de unas estructuras coloniales. El afán reformista de liberales, comerciantes y artesanos dio lugar al surgimiento de una vasta literatura política de corte radical y a la adopción de la herencia romántica Europea creada al calor de la Revolución Francesa de 1848, que llenó de expectativas políticas especialmente a los artesanos y a jóvenes universitarios; y al surgimiento de movimientos y teorías políticas de tendencia utópica, como la producida por las Escuelas de Blanc, Saint Simon y Fourier. Muchos de los seguidores de éstas tendencias partían del principio de que el Progreso seguía una línea indefinida hasta culminar en un Estado Democrático y Cristiano.
No es gratuito pues, que al calor de estas ideas, la influencia del romanticismo francés se asentara con todo su rigor en los espíritus colombianos de la época y, como lo argumentan distintos historiadores, que tanto liberales como conservadores leían con avidez a los más grandes poetas y novelistas franceses del momento. Loe escritores españoles, gracias al sentimiento antiespañol que predominaba en el país después del proceso de independencia, fueron prácticamente relegados, aunque algunos escritores peninsulares lograron su público, entre éstos, pueden mencionarse a Zorrilla, Espronceda y el Duque de Rivas.
Entre los Franceses ocupó el primer lugar Lamartine con sus discursos contra el ateísmo; Victor Hugo que influyó profundamente en la ideología popular con "Los Miserables" y con "Nuestra Señora de París"; Eugenio Sué conmovió los espíritus de los liberales con "El Judío Errante", en el que presenta a los Jesuitas como serios enemigos de la sociedad y, con "Los Misterios de París" que tuvo tal acogida que en 1848 se publicó "Los Misterios de Bogotá" obra del escritor Eladio Vergara y Vergara quien pinta en sus líneas el contexto Bogotano de 1827 a 1830 y los sucesos políticos de la época, al tiempo que muestra todo lo nocivo de la sociedad santafereña que acababa de salir de los acontecimientos de la Independencia.
Los temas de la Novela y la Poesía Colombiana de la segunda mitad del siglo XIX se trabajaron de acuerdo con los modelos románticos europeos: Predominaban en ellos la fatalidad, la muerte, los sentimientos amorosos; así mismo se rindió culto a lo nacional y lo histórico, siendo éste el punto más importante y rescatable de la influencia romántica Europea, es decir, se adaptaron los temas a las realidades y a la búsqueda de referentes que mostraran una identidad nacional, aludiendo y descubriendo elementos autóctonos perdidos en las leyendas y tradiciones regionales, en los relatos bélicos, etc., y en los libros de cronistas. Se recupera pues, el pasado histórico y se despierta el gusto por el sabor local.
En este sentido, la primera novela de género histórico publicada en el país fue la de Juan José Nieto titulada "Ingermina o la Hija del Calamar", en la cual se narran los amores de una princesa indígena con el español Alonso de Heredia. Su autor había leído a Walter Scott y es fiel a su técnica literaria.
En definitiva, podemos afirmar que el romanticismo hizo volver los ojos sobre la realidad propia, era la época en que se perfilaba en el país el nacimiento de una burguesía que luchaba por reafirmarse como clase dirigente intentando construir los cimientos socio culturales y políticos de la nación y de la nacionalidad.
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os representantes colombianos en el romanticismo son: Juan Jacobo, precursor del romanticismo, del hombre atormentado por las dudas, pero capaz de dirigir geniales miradas al mundo del sentimiento y del espíritu , Rafael Nuñez se enfrenta con la figura del Ginebrino con espíritu más crítico y realista (...) en unas notas dedicadas al autor del Contrato Social evoca la admiración que tuvo por él en su juventud: (...) de los "Pensamientos" conservamos a través de medio siglo numerosos recuerdos. El capítulo dedicado a Dios se nos grabó con carácter indeleble y podíamos trasladarlo en este momento íntegro al papel (...)"
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