• Asignatura: Historia
  • Autor: carmenwilches1064
  • hace 6 años

Cuál fue el efecto económico para latinoamérica por la transformación económica de los países industrializados​

Respuestas

Respuesta dada por: byunbaekhyun50
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Respuesta:

A lo largo de esta obra se han discutido con especial énfasis cuatro aspectos de la historia económica de América Latina. El primero han sido los logros en materia de desarrollo, con sus claroscuros en el plano comparativo internacional. El segundo aspecto ha sido el de la inestabilidad económica, asociada a sus formas de especialización internacional, donde todavía predominan los recursos naturales, y al acceso inestable al financiamiento internacional. El tercero ha sido la lenta gestación de las instituciones políticas y económicas modernas y las grandes variaciones en las políticas económicas y en los modelos de desarrollo que las han acompañado. El cuarto es el de la desigualdad, terreno en el que América Latina presenta problemas más serios que otras regiones. Recapitulemos los vínculos entre estos aspectos.

Explicación:

No hay duda que la región ha avanzado en su desarrollo. Ello se refleja en el avance de la producción por habitante, la mejora en los indicadores de desarrollo humano y la reducción en los niveles de pobreza. Pero este proceso ha sido desigual a lo largo del tiempo y de la geografía regional.

En términos generales, la primera fase fue de retroceso en relación con lo que hoy es el mundo industrializado, aunque de avance en relación con el grueso de las regiones que hoy se consideran parte del mundo en desarrollo. La última fase también fue de retroceso relativo, ahora no solamente con el mundo industrializado, sino también con respecto al promedio mundial y, especialmente, a los países en desarrollo de Asia.

Por el contrario, durante la fase de desarrollo primario-exportador, América Latina fue, con la Europa central y meridional, una de las regiones de la periferia de la economía mundial que lograron insertarse en forma más temprana al proceso de crecimiento económico, lo que la convirtió en una especie de “clase media” del mundo. Durante la industrialización dirigida por el Estado, la economía latinoamericana siguió creciendo más que el promedio y aumentando su participación en la producción mundial. Sin embargo, ni en una ni en otra etapa de éxito relativo, América Latina logró recortar más que marginalmente la distancia que ya la separaba en 1870 del mundo desarrollado, e incluso durante la “edad de oro” del mundo industrializado, entre 1950 y 1973, se rezagó en relación con Europa Occidental. Si nos concentramos en la segunda y en la cuarta, que coinciden con los procesos modernos de globalización, se puede decir que América Latina fue ganadora durante la primera globalización, pero no se ha podido beneficiar durante la segunda, sino que incluso ha perdido terreno en términos relativos.

En materia social, los progresos vinieron con más rezago. El lastimoso estado de la educación a comienzos del siglo XX, incluso en los países que lideraron el desarrollo regional, es una muestra de ello. Los indicadores de desarrollo humano comenzaron a mejorar hacia la tercera década del siglo XX y tuvieron sus mayores avances durante la etapa de industrialización dirigida por el Estado y han mostrado durante las fases de reformas económicas un estancamiento en relación con el mundo industrializado, aunque con un continuado avance en educación. En materia de reducción de la pobreza, los mayores avances durante el siglo XX se dieron nuevamente durante la industrialización dirigida por el Estado. Después de un cuarto de siglo (y no solo una década) perdido en esta materia a partir de los años 1980, lo más promisorio es el avance sustancial que se experimentó en reducción de la pobreza entre 2002 y 2008, que coincidió con una mejoría en la distribución del ingreso en un conjunto amplio de países. Los datos existentes, todavía incompletos, indican que estas mejorías se han mantenido, en general, en años más recientes.

La historia de la desigualdad interna es una historia compleja y diversa, que por lo demás no sigue un patrón único en la región. La herencia colonial de sociedades altamente segmentadas económica y socialmente sigue pesando sobre el desarrollo regional, algo en lo que hizo énfasis la literatura estructuralista latinoamericana desde los años 1950 y que ha señalado el nuevo institucionalismo en épocas más recientes. El hecho, resaltado una y otra vez, de que los países latinoamericanos tienen la peor distribución del ingreso del mundo es la demostración más patente de ello. Pero la mera referencia a la herencia colonial sirve de poco, porque los procesos que median entre el colapso colonial y el presente también han sido importantes y no han jugado de la misma manera en los distintos países.

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