Respuestas
Respuesta:
“Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3)
Explicación:
"Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la naturaleza del hombre pecador; Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a la del hombre pecador y como sacrificio por el pecado, para de esta manera condenar al pecado en la propia naturaleza humana. Lo hizo para que nosotros podamos cumplir lo que la ley ordena, pues ya no vivimos conforme a la naturaleza del hombre pecador sino conforme al Espíritu."
La respuesta es si me escandaliza, porque mi vida muchas veces, demasiadas veces se ve interpelada por las palabras de Jesús "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.
Las palabras de Jesús en las que me recuerda (nos recuerda a los creyentes), que son las personas humildes las que son bienaventuradas o dichosas. Son los “pobres en espíritu” (Mat. 5:3) o los “humildes de corazón” (Sal. 34:18; Isa. 57:15; Sof. 2:3) los que heredarán el reino de los cielos, sean ricos o pobres materialmente.
Ese Jesús, que siendo pobre no tenía ni donde reclinar la cabeza, estaba poniendo los valores de su sociedad cabeza abajo. Ese pobre Jesús, sin privilegios ni poder, atraía multitudes de pobres y les prometía el reino de los cielos. ¡Qué escándalo!. Nuestra iglesia en estos inicios del siglo XXI, debe de hacer profundo examen de conciencia desde estas palabras de Jesús y dentro de la Iglesia cada uno de nosotros.
Para mi es una llamada de atención de que la misma condición de pobreza nos puede abrir con mayor facilidad la angosta puerta para llegar a ser “pobres en espíritu”. Esta es la pobreza necesaria para gozar de las bienaventuranzas del reino. Desde la humildad de la pobreza apreciamos todo lo que nos viene de Dios y de nuestros hermanos los hombres.
La pobreza incluye por supuesto la constante humildad de que nosotros que tenemos tanta familiaridad con la Palabra de Dios, esto no nos supone una garantía de salvación, sino que esta familiaridad nos debería suponer y recordar de que sino somos pobres y humildes, de poco nos sirve esta familiaridad ya que no entendemos la palabra, ni queremos vivir según la sabiduría de Dios.
Los “pobres en espíritu” son aquellos que se sumergen a sí mismos en la gracia de Dios.