Respuestas
Respuesta:
La conducta de David mostró que su respuesta a esta pregunta habría sido: “¡Yo lo sigo!” Llegando al frente de batalla en un momento cuando el temible gigante Goliat había desafiado abiertamente a Israel para que enviara a un hombre para luchar con él, David osadamente se ofreció a aceptar el desafío. Cuando se le acusó de orgulloso, el futuro rey de Israel preguntó a su hermano mayor: “¿No es esto mero hablar?” (1 Samuel 17:29).
Muchos jóvenes de nuestro tiempo son grandes adeptos. Se unen a ésta o a aquella organización o grupo porque desean hacer que el mundo sea un lugar mejor en el cual vivir; necesitan un propósito en sus vidas, una razón de ser…necesitan una causa.
El joven David, pastor de Israel, tenía una causa. Y esa causa fue recalcada cuando Samuel, el profeta del Señor, lo ungió para ser el futuro rey de Israel. En su juventud, David se mantuvo allegado al Señor. En todas sus campañas militares, en presencia de amenazas contra su vida y a pesar de las numerosas oportunidades de dar muerte a Saúl, David fue fiel a su causa escogida. “Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él” (1 Samuel 18:14).
¿Y qué pasa hoy día? ¿Tenemos una causa? Ciertamente que la tenemos. Encontramos esa causa al obtener nuestro testimonio del verdadero evangelio y del valor de ser ciudadanos del reino de Dios.
“Declaro con toda mi alma: ¡Existe una causa! Es una causa digna de que la vida se dé por ella. Es la causa de la justicia. Es una causa que todo joven de la Iglesia debería abrazar al declarar la guerra contra Satanás y sus legiones. Tal como David le dijo a Goliat, así cada joven debería decirle a Satanás: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado’ (1 Samuel 17:45).” (Victor L. Brown, “Is There Not a Cause?” Ensign, noviembre de 1974, pág. 104.)
¡Hay una causa y es la del Señor!
Explicación:
espero sea
Respuesta:
La conducta de David mostró que su respuesta a esta pregunta habría sido: “¡Yo lo sigo!” Llegando al frente de batalla en un momento cuando el temible gigante Goliat había desafiado abiertamente a Israel para que enviara a un hombre para luchar con él, David osadamente se ofreció a aceptar el desafío. Cuando se le acusó de orgulloso, el futuro rey de Israel preguntó a su hermano mayor: “¿No es esto mero hablar?” (1 Samuel 17:29).
Muchos jóvenes de nuestro tiempo son grandes adeptos. Se unen a ésta o a aquella organización o grupo porque desean hacer que el mundo sea un lugar mejor en el cual vivir; necesitan un propósito en sus vidas, una razón de ser…necesitan una causa.
El joven David, pastor de Israel, tenía una causa. Y esa causa fue recalcada cuando Samuel, el profeta del Señor, lo ungió para ser el futuro rey de Israel. En su juventud, David se mantuvo allegado al Señor. En todas sus campañas militares, en presencia de amenazas contra su vida y a pesar de las numerosas oportunidades de dar muerte a Saúl, David fue fiel a su causa escogida. “Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él” (1 Samuel 18:14).
¿Y qué pasa hoy día? ¿Tenemos una causa? Ciertamente que la tenemos. Encontramos esa causa al obtener nuestro testimonio del verdadero evangelio y del valor de ser ciudadanos del reino de Dios.
“Declaro con toda mi alma: ¡Existe una causa! Es una causa digna de que la vida se dé por ella. Es la causa de la justicia. Es una causa que todo joven de la Iglesia debería abrazar al declarar la guerra contra Satanás y sus legiones. Tal como David le dijo a Goliat, así cada joven debería decirle a Satanás: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado’ (1 Samuel 17:45).” (Victor L. Brown, “Is There Not a Cause?” Ensign, noviembre de 1974, pág. 104.)
¡Hay una causa y es la del Señor!