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Los recursos naturales terrestres son vitales para la supervivencia y el desarrollo de los seres humanos. Algunos de estos recursos, como los minerales, las especies y los hábitats, son finitos, es decir, que una vez que se destruyen o se agotan, desaparecen para siempre. Otros, como el aire, el agua y la madera, son renovables, aunque tendemos a confiar en que los sistemas naturales de la Tierra se encargarán de que vuelvan a crecer, se renueven y se purifiquen para nosotros. Aunque muchos efectos de la sobreexplotación se observan a escala local, la creciente dependencia entre las naciones y el comercio internacional de recursos naturales hacen que la gestión de estos recursos sea una problema mundial.
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Hay cosas que la gente acostumbra a tomarse a la ligera. Cosas que aún ser de vital importancia, pasan desapercibidas para la mayoría de la gente. O quizás es simplemente que no quieren verlas por miedo a que les estorben. En mi opinión, este es el caso del medio ambiente.
Durante generaciones enteras, la mayoría de las personas no ha tenido en cuenta la salud de nuestro planeta, y sin ninguna especie de escrúpulo, han contaminado todo a su paso, destrozando los hábitats de las demás especies; agotando los recursos naturales sin sostenibilidad alguna, y echando residuos a la atmósfera sin tener en cuenta el futuro que estaban creando.
Hoy en día, empezamos a notar las consecuencias de esas acciones, pero sin embargo, parece que aún son pocos los que se preocupan por el bienestar del planeta.
Hay muchas personas que no se dan cuenta de la importancia que tiene cuidar del medio ambiente. Muchas personas que piensan que quizás no es su problema. Y muchas otras que ni siquiera se han dado cuenta de los efectos que ya empiezan a acecharnos.
La situación medioambiental es más grave que nunca, y lo único que sabemos hacer es quedarnos de brazos cruzados., mientras los gobiernos y las empresas solo piensan en ganar más y más dinero, sin respetar las normas de contaminación. Nos limitamos a observar, quizás pensando que es inútil luchar contra ellos, que no conseguiremos nada. O quizás pensando que tampoco es para tanto. Pero la cuestión es que, en comparación con toda la población mundial, son muy pocos los que defienden el medio ambiente. Un interés que en realidad es común para todos, pero apreciado por escasos.
Y eso tiene que cambiar.
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