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Respuesta:
…Elizabeth estaba lejos de sospechar que también estaba siendo objeto de interés a los ojos del amigo de
Bingley. Al principio, el señor Darcy apenas se dignó admitir que era bonita; no había demostrado ninguna
admiración por ella en el baile; y la siguiente vez que se vieron, él sólo se fijó en ella para criticarla. Pero tan
pronto como dejó claro ante sí mismo y ante sus amigos que los rasgos de su cara apenas le gustaban,
empezó a darse cuenta de que la bella expresión de sus ojos oscuros le daban un aire de extraordinaria
inteligencia. A este descubrimiento siguieron otros igualmente mortificantes. Aunque detectó con ojo crítico
más de un fallo en la perfecta simetría de sus formas, tuvo que reconocer que su figura era grácil y esbelta; y
a pesar de que afirmaba que sus maneras no eran las de la gente refinada, se sentía atraído por su naturalidad
y alegría