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Respuesta:
Las relaciones sociales de género, entendidas como relaciones desiguales, jerarquizadas
y contradictorias, sea por la explotación de la relación capital/trabajo, sea por la dominación
masculina sobre la femenina, expresan la articulación fundamental de la producción/
reproducción. La primacía económica de la explotación y la opresión/dominación de género
confi rman nuestra opción de refl exionar, basados en la división sexual del trabajo en los
espacios productivo y reproductivo, pues, de esa forma, tenemos la oportunidad de destacar
la importancia del estudio del trabajo en la esfera reproductiva y su interacción con el trabajo
asalariado en la esfera productiva, contemplando las dimensiones objetivas y subjetivas,
individuales y colectivas existentes en esa relación.
La división socio-sexual del trabajo es, por tanto, un fenómeno histórico, puesto que se
transforma de acuerdo con la sociedad de la cual hace parte. Pero en la sociedad capitalista,
siguiendo esa división, el trabajo doméstico todavía permanece predominantemente bajo la
responsabilidad de las mujeres, estén ellas insertas en el espacio productivo o no.
En los años 70, por ejemplo, la mujer trabajadora acentuaba su participación en las luchas
de su clase y en la organización política y sindical. Se mantenía el enfrentamiento en relación
al discurso conservador que promovía un destino natural para la mujer: ser madre y esposa,
manteniendo el concepto de familia como institución básica y universal.
Es en esa época que el combate a la opresión contra la mujer se torna más acentuado,
donde era preciso más que nunca luchar por su emancipación económica y social, por su
derecho al trabajo, con todas las especifi cidades que eso implica, como por ejemplo, salarios
iguales para trabajos iguales, además de una reivindicación de una división más justa en el
trabajo doméstico, en la esfera reproductiva, liberando, al menos parcialmente, a la mujer de
la doble jornada.
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