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Respuesta:Para el año de 1868, el puerto de Iquique, como toda la provincia de Tarapacá2, se encontraba en estado de expectación. Si bien los inconvenientes domésticos -como limpieza de calles, manejo de la basura, iluminación, veredas deterioradas, perros vagos, etc.- se acrecentaban a la par del incremento demográfico y sin una habilitación equivalente de las reparticiones públicas que debían hacerles frente y solucionarlos, primaba la idea de que por fin la industria salitrera de este recóndito territorio peruano se había consolidado. Y ello, a pesar de las constantes trabas desplegadas por importantes sectores políticos asentados en Lima, por el temor que le tenían a la potencial competencia que este fertilizante salino -en manos privadas y fuera de su control- podía representar a la riqueza guanera que sostenía la renta nacional y a sus bolsillos bajo la modalidad de concesión. En consecuencia, la creciente demanda de salitre en el mercado mundial hizo prever en algunos sectores de opinión pública de Iquique y Pisagua que los productores salitreros, en su gran mayoría oriundos de la región de Tarapacá, en un futuro cercano estarían en condiciones de sostener esta industria minera sin un apoyo relevante del Estado. Sin embargo, debajo de este razonable optimismo, que contenía, a su vez, una persistente postura reivindicacionista hacia los gobiernos de turno por el abandono al que estaban sometidos, como si fueran peruanos de segunda clase3, habitaba un conjunto amplio, recurrente y macizo de condiciones de vulnerabilidad. Condiciones que cada cierto tiempo emergían, advirtiendo las debilidades estructurales en las que se sostenía la sociedad tarapaqueña como expresión periférica de la formación de la nación peruana.
Explicación:espero que te ayude