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diferencia sobre “el país político y el país nacional” fue un término que puso en boga el verbo encendido de Jorge Eliecer Gaitán en la convulsionada Colombia de los años 40. La frase y el análisis de la misma constituyeron un concepto de difícil deglución para los paladares de las oligarquías conservadoras y liberales que mantenían el poder en esa nación vecina.
Criterios como ese lo llevaron a la muerte cuando fue asesinado en un acto público el 9 de abril de 1948 desatando “el Bogotazo” que fue una insurrección del pueblo contra el “status quo” dominante y cuyas consecuencias se han extendido por más de 50 años.
Gaitán tomó la frase de su profesor de derecho penal en la Universidad Real de Roma, Enrico Ferri, quien había sido militante socialista devenido al igual que “Il Duce” al fascismo Mussoliniano.
En ellas hace una disección y como “país político” el que está integrado por políticos profesionales más ocupados de sus privilegios e influencias, por personas cuyos negocios dependen de “la política” o del Estado y su administración partidista, así como sus cohortes (clientelas) que viven de empleos o relaciones con funcionarios públicos.
Mientras “el país nacional” es el pueblo que piensa en su trabajo, su salud, su bienestar, su cultura. Gaitán se consideraba parte del “país nacional”, aun cuando sostenía la necesidad de que el “país político” interpretara las angustias y necesidades del “país nacional” y se sumara a ellas.
El tema lo retomo porque parece pertinente en estos momentos en que el “país político” que se mueve en torno al gobierno y a la oposición debate la integración de las personas que postularán a la AN como representantes del “país nacional” en las elecciones de septiembre, si es que llegamos a ellas.
En estos días de Carnaval en que hay distensión he realizado algunas reflexiones sobre la situación nacional, visitar amigos, recoger impresiones y garabatear sobre las páginas que, a sugerencia del colega periodista Manuel Felipe Sierra, estoy terminando de escribir sobre “historias de invasiones, procesos, golpes de estado”. “La historia del presente” donde he tenido vivencias como Checoeslovaquia, la renovación universitaria, el Chile de Allende o el 4 de febrero donde hice la llamada de alerta a tiempo para salvar aquella democracia, que no hicieron otros.
Es obvio el deterioro que vive Venezuela en todos los órdenes, llámese electricidad, agua, inflación y costo de la vida, salud, educación, desempleo o inseguridad, Un gobierno que sigue en procura de imponer su esquema autocrático dentro del “border line” de la democracia, con las fortalezas que le da poseer los descomunales recursos del Estado y un liderazgo coherente y aun con arraigo popular; al cual se enfrenta una oposición heterogénea y dispersa, que hace inmensos esfuerzos por unificarse dentro de un esquema partidocrático, que ha perdido el peso que tenía en el espectro comunicacional y que no muestra un plan alternativo claro.
En ambas esferas del “país político” uno de los problemas es que hay dificultades de movilización de las masas para defender una posición o pasar a la ofensiva en la contraria. Ellas representan en el mejor de los casos el 40 % del universo electoral, mientras que el otro, el del 60 % es del “país nacional”, inasible, imponderable en sus inclinaciones que pueden ser a favor de uno o de otro o permanecer en el limbo de la indiferencia, en el mundo del reclamo abstracto y la desesperanza, en la apatía que puede conducir a un peligroso aumento de la abstención que favorecería en última instancia al gobierno, con mayor músculo económico y la organización natural que le provee la administración pública.
Chávez. No hay duda va a jugar duro a la carta del plebiscito. La oposición a la Unidad para contrarrestarlo, pero ambos siguen estando en la esfera “política”, más que en la “nacional”.
Chávez ha puesto a correr a los suyos con el anuncio de unas primarias que han obligado a sus cúpulas mineralizadas a moverse para no quedarse atrás. Al final él decide quién va o no para su baile.
La oposición ha llegado a entendimientos de las cúpulas partidistas, rehuyendo, a veces con cierta razón. el delicado y escabroso risco de la consulta o del sondeo de opinión, pero que en estas circunstancias hubiese sido un factor de atracción para esa parte del “país nacional” que está y se siente al margen de los acuerdos en las alturas de cristal. ¿Estarán interpretando a la Gran Venezuela?. De ello depende la suerte de la República.
espero mi respuesta te haya llegado si mi respuesta te parece útil Por favor déjame Corona me puede seguir y yo te sigo
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