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La imparcialidad es un valor ético personal, por lo que como primer punto para fortalecerlo, la persona debe entender que sus actos deben ser objetivos y a la hora de realizar alguna calificación esta debe iniciar con un criterio de evaluación neutral.
El valor se promueve desde la niñez, por ejemplo en casa o escuelas, mediante charlas , actividades de aprendizaje lúdicas y apoyo psicológico, cultivando en los menores, conducta correctas, promoviendo en ellos la justicia, igualdad, la prudencia, el respeto, responsabilidad y con ellos la imparcialidad, debemos entender que hay actitudes innatas y otras aprendidas.
En el campo laboral muchas instituciones elaboran manuales o modelos estándares de comportamiento o conducción ética, al cual cada trabajador debe ajustar su desempeño. Tenemos entre estos “El Código de Ética del Empleado Público”, el cual trata de fortalecer el valor ético de los trabajadores del Estado para que todos sus actos y decisiones sean imparciales.