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Las regiones polares se encuentran en una situación difícil. Los hielos marinos están retrocediendo, las plataformas de hielo se están derrumbando y los océanos están calentándose y acidificándose.
Pero lo que se les viene encima a estas regiones no es solo fatalidad y pesimismo. En realidad, a corto plazo, las aguas del Ártico y la Antártida van a ver aumentar su valor económico para el ser humano, lo que supone un tipo de amenaza diferente para el futuro de estas zonas. Comprender cómo encaja este auge de las regiones polares en el contexto general es decisivo si se quiere que estas zonas reciban la protección que necesitan.
El océano Antártico es el cuarto más grande de los cinco océanos principales, aunque por sí solo representa más de un tercio de la ganancia de calor observada en los dos kilómetros superiores de los mares del mundo en los últimos 50 años. En la Antártida las temperaturas están subiendo mucho más rápido que la media mundial.
Recientemente, junto con un equipo multidisciplinar de científicos de todo el mundo, he examinado lo que van a suponer estos cambios para el futuro de la Antártida. Sorprendentemente, algunas de las conclusiones pueden parecer, a primera vista, positivas.
Puesto que las capas de hielo se retraen y el mar se congela durante períodos más cortos, habrá una mayor cantidad de agua en forma líquida. Eso hará que aumente el número de algas microscópicas, también denominadas fitoplancton, que constituyen la base fundamental de la cadena alimentaria marina. Al tratarse de organismos fotosintéticos, es probable que los ecosistemas antárticos eliminen de la atmósfera más dióxido de carbono que antes.
También es posible que las algas microscópicas favorezcan el desarrollo de los peces. Cuando las aguas antárticas queden más libres de hielo, los buques pesqueros podrán capturar esa pesca durante períodos más largos del año. En el Ártico, los pescadores del mar de Barents, al norte de Noruega, ya están sacando provecho de unos bancos de bacalao del Atlántico que han alcanzado máximos históricos, pues las poblaciones de bacalao se han desplazado hacia el Norte en busca de aguas más frías.
Por otra parte, los polos son destinos turísticos cada vez más populares. Las pequeñas aldeas inuit se ven inundadas constantemente de turistas que llegan en cruceros, y el retroceso de los hielos marinos permitirá que más buques exploren zonas que antes eran inaccesibles.
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Las regiones polares se encuentran en una situación difícil. Los hielos marinos están retrocediendo, las plataformas de hielo se están derrumbando y los océanos están calentándose y acidificándose.