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"Recibimos 0,75 centavos de peso por cada kilo de hoja verde, pero hoy solo una bolsa de harina cuesta 250 pesos (US$18)", se queja Rodríguez y recuerda una ironía: que cuando ellos quieren tomarse un mate deben comprar el kilo de yerba a 60 pesos (US$4 y medio).
Por eso, Un Sueño para Misiones llama la atención sobre los niveles de desnutrición de los hijos de los tareferos, cuya comida más usual es el reviro, un engrudo de agua, aceite y sal con el que intentan alimentarse.
Proyecto de consumo responsable
La iniciativa de la ONG se materializó en un proyecto de ley nacional para que la yerba mate tenga un certificado "libre de trabajo infantil".
"La yerba con ese sello costaría cerca de 10 centavos de dólar más en las góndolas pero el dinero iría directamente al salario de los cosecheros para que no tengan que llevar a toda sus hijos a trabajar a los campos. Las universidades harían la verificación de cuáles productores cumplen", explicó la diputada Patricia Giménez que lleva el proyecto de Ley.Respuesta:
Fernando Piñero fue un niño que nació y murió en medio de los cultivos de mate en Misiones, la región argentina que produce el 90% de la yerba que da nombre a la popular bebida nacional.
Desde los 8 años y cada vez que llegaba el otoño, trabajaba con su padre Francisco Piñero desyerbando y cargando bultos para ayudar con el sustento familiar.
Sin embargo, una mañana de jueves y cuando Fernando apenas tenía 13, murió junto a él a bordo de un camión que trasladaba a tareferos, como se conoce a estos campesinos que cosechan la yerba mate.
Cuentan los testigos que su padre lo abrazó para protegerlo, pero no logró salvarle la vida ni siquiera poniéndose como escudo. Un mes antes, Fernando había dejado la escuela donde cursaba sexto grado.
El accidente ocurrió en un viejo Ford 7000 atestado con 25 cortadores de yerba, 14 de ellos menores de edad, que perdió los frenos y chocó en un paraje rural conocido como Salto Encantado. Murieron siete personas.
Fue en 2013 pero aunque hoy pocos recuerdan la historia de Fernando, así como la de Lucas y Édgar, los otros niños muertos en ese accidente, forma parte de la cruel realidad que se esconde en los cultivos de mate.
El trago amargo para los argentinos que, según Patricia Ocampo, quien lidera la campaña 'Me gusta el mate sin trabajo infantil', está latente.
Explicación:espero te sirva