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Explicación:
Todo fue gratis y todo estuvo abierto. Por fortuna, el círculo de los convocados se ha ido ampliando con generosidad y la recientemente celebrada Noche de los Museos porteña tuvo el número más alto de visitantes desde sus comienzos: hubo casi medio millón de personas que circularon por los museos, pero que además colmaron los bares de la zona, pasearon por los alrededores y vivieron con alegría una verdadera celebración colectiva.
La experiencia sirvió también como demostración de que, bien organizada, una buena idea cultural encuentra una reacción inmediata en aquellos a quienes estaba destinada.
Si a algunos todavía los asombra el fenómeno es porque no están al tanto de cuánto ha cambiado el concepto museístico desde fines del siglo XX: la democratización de la cultura, considerada alguna vez sólo para las elites, ha transformado a los museos en sus lógicos lugares de difusión, desde donde no sólo se puede disfrutar de las obras de arte allí alojadas, sino también acceder a visitas guiadas, cursos y seminarios, y a la compra de libros y hasta de suvenires.
Por ello, constituye un motivo de regocijo que la ciudad de Buenos Aires, que el año próximo cumplirá orgullosa con su papel de Capital Mundial del Libro 2011, continúe con esa tradición propia -más de una vez se la ha llamado con razón la París del Sur-, que se ha venido consolidando desde hace muchos años con muestras como la Feria del Libro y ArteBA, o recorridos de arte como el que proponen las Gallery Nights, caracterizados todos por convocar también públicos multitudinarios y muy heterogéneos.
Por supuesto, tampoco hay que perder de vista el interés turístico que efectivamente tienen estas Noches. El capital artístico que atesoran los museos de la ciudad de Buenos Aires -entre museos y otras instituciones culturales, este año participaron 170 espacios-, que está constituido por obras de enorme calidad y diversidad, es un poderoso atractivo para muchos visitantes extranjeros, que repiten en nuestro país un itinerario muy semejante al que lleva a tantos argentinos a querer estar en contacto, en sus viajes al exterior, con lo mejor del arte universal.
Por otra parte, vivir un momento de comunión en paz y armonía siempre les hace bien a los habitantes de una ciudad. Es entonces cuando se siente mejor esa pertenencia tan entrañable que ninguna vicisitud, por más dolorosa que sea, puede borrar de la memoria y de la experiencia.