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Cuando éramos pequeños e íbamos a la escuela llamada entonces de Enseñanza Primaria, en las que unos maestros --sí, maestros en el sentido latino de la palabra, es decir magis, o sea, más, en la idea de los que están más altos, los que más saben-- se encargaban de formar nuestras mentes y conformar nuestra conducta, de forma que eran nuestros rodrigones en los que nos apoyábamos para crecer rectos, seguros y con una personalidad fuerte, así como en unos valores que perduraran a lo largo de nuestras vidas y fueron los responsables de la bonhomía de tantos españoles.
De esa manera, poco a poco inculcaban en nuestras mentes valores de esfuerzo, sacrificio, desprendimiento, carencia de egoísmo, amistad y amor a nuestros semejantes y también a la Naturaleza.