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Explicación:
Recientemente, leí en un libro sobre filosofía que el autor hacía referencia a la clasificación que el célebre filósofo griego Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, hacía de las personas en función de su carácter. Dicha categorización comprendía el carácter virtuoso, el moderado, el intemperante y el vicioso
Como ejercicio lúdico, y seguramente por deformación profesional, se me ocurrió que quizás esta clasificación podía servir también para diferenciar y etiquetar –aunque sea de forma muy general– los distintos comportamientos que cada uno de nosotros presenta respecto al reciclaje.
El reciclador virtuoso sería aquel que separa de forma concienzuda sus diferentes residuos, y además lo hace con gusto. Para esta persona, el cuidado del medio ambiente tiene una gran importancia en su escala de valores y, en cierta forma, reciclar le hace “feliz”, pues está en línea con su concepto de cómo debe ser el mundo. En definitiva, su decisión y su acción son consecuentes con sus deseos, de ahí su satisfacción personal, pues nos encanta hacer aquello que deseamos hacer