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Dos horas tardó ayer el juez británico Charles Gray en leer en el Tribunal Supremo las 300 páginas que componían una sentencia histórica para la comunidad judía mundial. Con vocablos tan directos como "falsificador", "mentiroso", "racista" y "antisemita", su señoría descalificó a David Irving, historiador especializado en la Alemania nazi que ha negado la existencia de las cámaras de gas, los transportes mortales de judíos europeos y, en especial, la responsabilidad de Hitler en el exterminio mismo de seis millones de personas.Irving se había querellado por difamación contra la catedrática estadounidense Deborah Lipstadt y la conocida editorial Penguin. La académica le acusó directamente en su libro La negación del holocausto, publicado en 1995, de "distorsionar el episodio más trágico de la II Guerra Mundial". Los editores hicieron causa común con su autora y ambos han visto ahora reconocido su gesto al ganar un caso de libelo que ha destruido la reputación de un polémico erudito acusado de cantarle nanas racistas a su hija de dos años. "Soy un bebé ario; ni judío ni sectario. No pienso casarme con un mono ni tampoco con un rasta", reza el arrullo reproducido durante la vista.