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Para romper estas cadenas de dependencia se requiere mejorar la calidad de los servicios públicos y reducir la relación de dependencia del ciudadano.
Para lograrlo se hace necesaria una revolución burocrática que permita el acceso a los servicios públicos sin necesidad del compadrazgo, padrinazgo o palanca política. ¿Y cómo lograrlo? Pues bien, ¿por qué no permitir a los ciudadanos el derecho a elegir dónde contratan estos servicios? Por ejemplo, hablamos de la escasez de medicinas en el Seguro Social. Cambiemos el sistema. Que el asegurado con su orden médica vaya a la farmacia de su preferencia y obtenga los medicamentos recetados. Luego el Estado le reembolsa a la farmacia el costo del mismo. Con eso se evita el problema del desabastecimiento y las medicinas expiradas, los procesos engorrosos de licitación y compra. ¿Qué tal si los asegurados, tan pronto tengan la orden de una operación quirúrgica, pueden ir al hospital de su elección y proceder con su procedimiento médico? El Estado luego le reembolsa al hospital los gastos de hospitalización. Igualmente las citas médicas. Que el asegurado vaya donde el médico de su preferencia o confianza y luego la Caja del Seguro Social le reembolsa al médico sus honorarios.
¿Que hay un atraso en las operaciones de cataratas? Por favor, sometan el proceso a una licitación y que los especialistas coticen sus servicios y se acaba la mora. El ciudadano tendría el acceso a los servicios médicos y mejoraría su fe en el Estado y la Administración Pública.
Igual situación podría lograrse con la educación. Entreguen la administración de las escuelas a patronatos, padres de familias, maestros y profesores y otorguen vales a cada padre de familia por hijo. Que la familia elija el colegio donde quiere que su hijo estudie y todos los colegios se vean en la obligación de competir por excelencia si quiere subsistir. Igualmente las becas de excelencias se otorguen automáticamente por existir un sistema tecnológico que determine quiénes han hecho el esfuerzo necesario para financiarle su educación superior.
Si cada ciudadano tiene una cuenta bancaria a su nombre, resultaría muy fácil para el Estado acreditarle los subsidios directamente sin intermediarios. También en caso de desastre, quién mejor que el afectado para determinar cuál es su necesidad primaria y salga a buscarla en el comercio con los fondos asignados. La bancarización es otra herramienta de la cual se puede disponer para acelerar las transacciones de los más desfavorecidos.