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En el prólogo a la octava edición de La fronda aristocrática, Mario
Góngora señala los dos aspectos más controvertidos de la obra de AlbertoEdwards: su conservantismo político y la visión interpretativa global que
funda su elaboración historiográfica.
Góngora da por supuesto su
conservantismo político y no intenta definirlo. Piensa posiblemente en su
práctica política como miembro activo del Partido Nacional durante la república parlamentaria; luego, miembro de Unión Nacional, un movimiento
de renovación nacionalista fundado en 1913, y más tarde como apologista y
eminencia gris de la dictadura de Ibáñez, entre 1927 y 1931. Pero es más
explícito con respecto al segundo aspecto. Lo que llama "visión interpretativa
global" la define a partir de lo que Meinecke entiende por "dilettantismo".2
Se trata de una elevación de la mirada histórica más allá del examen detallado
del material documental. El dilettante no rechaza el dejarse guiar por ideales
reguladores o aun por apreciaciones intuitivas acerca del rol genial de ciertos
individuos excepcionales. Edwards es ciertamente un historiador. Góngora,
sin reservas, lo califica como "el mejor historiador de la época republicana".3
No me interesa aquí, sin embargo, estudiar su producción historiográfica en
cuanto tal, sino el sistema de ideas que lo sostiene; es decir, estudio la "visión
interpretativa global" que dirige su producción historiográfica. Si con la
noción de conservantismo político Góngora pretende apuntar hacia aquellos
compromisos prácticos en la actividad de Edwards y por medio de la noción
de "dilettantismo" caracteriza el lado más teórico de su actividad, fusiono
estos dos aspectos en la idea de pensamiento conservador. Coincido, en este
punto, con la distinción elaborada por Mannheim entre "tradicionalismo", es
decir, una actitud subjetiva e inconsciente frente al cambio social, y "pensamiento conservador", que él mismo define como una postura razonada y
consciente, y que se expresa como concepción sistemática del mundo.4
Ahora bien, el proyecto que guía la totalidad de la obra de Edwards en tanto
que pensador conservador busca, por su parte, desarticular el dominio
avasallador que las ideas liberales y democráticas tienen en Chile, y por otra,
en tanto que el liberalismo democrático ha contribuido al desprestigio del
principio de autoridad, su proyecto busca el pleno restablecimiento de tal
principio. Un Estado autónomo, presidido por un Ejecutivo fuerte, es la
proposición que más claramente destaca en su arsenal de ideas