Lee el texto y subraya las formas verbales que encuentres. RECUERDA que pueden ser simples, compuestos o perífrasis verbales. LA INVITACIÓN DEL ALMA (Relato de Rodolfo Ravines) El hotel San Pablo, de propiedad de la señora Juana Castro, se hallaba ubicado en la calle Cruz de Piedra, hoy Cajamarca. A comienzos del presente siglo llegó a dicho hotel un agente viajero procedente de la capital. La misma noche de su llegada, y sin tener nada que hacer, salió a la puerta de su albergue. Cuando eran ya las diez de la noche y se disponía a regresar a su cuarto, vio, a la luz mortecina de los faroles, que de la Plaza de Armas, caminando por la vereda de enfrente, subía una señorita elegantemente vestida. Al llegar a la altura del hotel, la señorita llamó al caballero y, explicándole que venía de una fiesta en donde quedaban sus familiares, le pidió por favor que la acompañara hasta su casa, pues no era conveniente que una dama caminara sola a esas horas de la noche, según dijo. El agente viajero, picado en su curiosidad y a la expectativa de una aventura galante, accedió gustoso a tan atrevida invitación. Ambos continuaron caminando por la misma calle hasta más o menos la media cuadra siguiente, en la que se hallaba ubicado el domicilio de la dama (actual mansión de la familia Zárate Miranda). La señorita invitó al caballero a pasar a la casa, y luego de atravesar el zaguán, le hizo pasar a un amplio salón muy bien amoblado y con grandes cuadros cubiertos con tela. Después de charlar por algún rato, la señorita le invitó una taza de chocolate y un tamal, que se sirvieron sentados en torno a una gran mesa de centro. Concluido el chocolate y luego de los mutuos agradecimientos, el señor se retiró a su hotel. Al día siguiente, el viajero retornó a la mansión de la dama, pero después de golpear la puerta con el aldabón, y sin que nadie le contestara, se retiró algo desilusionado. Más tarde volvió a golpear la puerta con el mismo resultado, por lo que ya intrigado preguntó a los vecinos y a la dueña del hotel si la familia que residía en esa casa se había ausentado. Recibió como contestación que en esa casa hacía ya mucho tiempo, como diez años, que nadie vivía, pues a la muerte de una de las hijas, una de las mujeres más bellas de la ciudad, su padre y la otra hija se habían trasladado a vivir en Lima. El señor, sorprendido por esta afirmación, insistió con otras personas en su averiguación, pero recibió siempre la misma respuesta, por lo que, lleno de curiosidad, se entrevistó con el Alcalde de la ciudad, quien, en atención a lo expuesto, consiguió que la persona encargada le proporcionara las llaves para cerciorarse de la veracidad de los hechos referidos por el agente viajero. Efectivamente, ese mismo día, el señor Alcalde, el viajero y dos personas más ingresaron a la abandonada mansión. El forastero iba describiendo con precisión todos los detalles de la casa, demostrando que en realidad la conocía. Antes de ingresar a la sala describió la disposición de los muebles, de los cuadros, etc. Sus acompañantes, no sin sorpresa, comprobaron la exactitud de la descripción. Y en la mesa de centro encontraron dos tazas con rastros de chocolate que, completamente seco, estaba adherido a la loza, y dos platos con las envolturas de tamales, pero secos y hasta con telas de araña, y finalmente, descorriendo el lienzo que cubría uno de los cuadros, reconoció en la imagen a la dama a quien había acompañado a la casa. El Alcalde y los otros señores le manifestaron que la señorita del cuadro hacía ya como diez años que había muerto y que su tumba se encontraba en el cementerio de la ciudad. Esta visión anonadó completamente al agente viajero, que no quería dar crédito sus ojos, quedando tan impresionado que se asegura que al poco tiempo se alocó. De “El folklore mágico de Cajamarca”
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