• Asignatura: Historia
  • Autor: adelitta
  • hace 9 años

figuras lietrarias de la leyenda las ticunas pueblan la tierra

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Respuesta dada por: matiasbenjamin2
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 yuche vivía desde siempre, solo en el mundo. En compañía de las perdices, los paujiles, los monos y los grillos había visto envejecer la tierra. A través de ellos se daba cuenta que el mundo vivía y que la vida era tiempo y el tiempo... muerte.    No existía en la tierra sitio más bello que aquél donde Yuche vivía: era una pequeña choza en un claro de la selva y muy cerca de un arroyo enmarcado en playas de arena fina. Todo era tibio allí; ni el calor ni la lluvia entorpecían la placidez de aquel lugar.    Dicen que nadie ha visto el sitio, pero todos los Ticunas esperan ir allí algún día.    Una vez Yuche fue a bañarse al arroyo, como de costumbre. Llegó a la orilla y se fue introduciendo en el agua hasta que estuvo casi enteramente sumergido. Al lavarse la cara se inclinó hacia adelante mirándose en el espejo del agua y por primera vez notó que había envejecido.    El verse viejo le entristeció profundamente.    -Estoy ya viejo... y solo. ¡Oh! se muero, la tierra quedará más sola todavía.    Apesadumbrado, despaciosamente emprendió el regreso a su choza.    El susurro de la selva y el canto de las aves lo embargaban ahora de infinita melancolía.    Yendo en el camino sintió un dolor en la rodilla, como si lo hubiera picado algún insecto; no pudo darse cuenta, pero pensó que había posido ser una avispa. Comenzó a sentir que un pesado sospor lo invadía.    -Es raro cómo me siento. Me acostaré tan pronto llegue.    Siguió caminando con dificultad y al llegar a su choza se recostó, quedando dormido.    Tuvo un largo sueño. Soñó que mientras más soñaba, más envejecía y más débil se ponía y que de su cuerpo agónico salían otros seres.    Despertó muy tarde, al otro día. Quiso levantarse, pero el dolor se lo impidió. Entonces se miró la inflamada rodilla y notó que la piel se había vuelto transparente. Le pareció que algo en su interior se movía. Al acercar más los ojos vio con sorpresa que, allá en el fondo, dos minúsculos seres trabajaban; se puso a observarlos.    Las figurillas eran un hombre y una mujer: el hombre templaba un arco y la mujer tejía un chinchorro.
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