Respuestas
Respuesta:
Toda comunicación escrita debiera contemplar al menos tres elementos básicos: la audiencia el destinatario del texto; el tópico la materia específica acerca de la cual se escribe; y el propósito el objetivo hacia el cual propenden las intenciones del productor del texto y el efecto que se desea lograr en el destinatario. Estos tres elementos conforman el problema retórico, o situación retórica, que posee características y complejidades diferentes al contexto situacional de la comunicación hablada. El presente trabajo reúne importantes consideraciones acerca de los tres elementos mencionados, a partir de los alcances planteados en diversos trabajos realizados por teóricos de la composición por escrito. Paralelamente, se entregan fundamentos para sostener, por un lado, que la situación retórica es materia de consideración previa a la producción de un mensaje escrito efectivo y, por otro, que debiera establecerse explícitamente en todo diseño de tarea a desarrollar por el estudiante escritor.
Explicación:
Se conoce como figuras retóricas o recursos retóricos a las estrategias o técnicas de manipulación del lenguaje a las que acuden los autores literarios o poéticos para imprimir una mayor carga expresiva del lenguaje o alcanzar las cumbres de la belleza en el uso de la lengua escrita. Las principales figuras retóricas son:
Metáfora. Una comparación entre un objeto y otro, para la cual se utiliza a uno para nombrar al otro, directamente, ya que comparten alguna característica. Por ejemplo: “Las perlas de sus dientes”, para indicar que eran blancos, pequeños y hermosos.
Sinécdoque. Un tipo de metáfora en la cual se usa el todo por la parte o la parte por el todo. Por ejemplo: “Venezuela rechazó las declaraciones de Donald Trump”, para referir rápidamente al Gobierno de Venezuela.
Aliteración. La repetición de una serie de sonidos o palabras en una misma oración para producir un efecto poético sonoro. Por ejemplo, Rubén Darío escribió el verso “con el ala aleve del leve abanico”.
Personificación. La atribución de características humanas a objetos inanimados o animales, por ejemplo: “El río castigó a los pobladores” o “El perro se ilusionó con la luna”.
Elipsis. La eliminación de algún evento o secuencia clave de un relato, permitiendo que el lector recomponga el sentido o revelándosela luego para su sorpresa.
Puede servirte: Recursos literarios.
Diferencia entre lenguaje literario y lenguaje cotidiano
En principio, no existe ninguna diferencia entre ambos y suelen alimentarse el uno del otro. No hay palabras más literarias que otras, ni reglas específicas al respecto.
Por lo general se entiende esta diferencia como materia de uso: nadie habla en la calle en verso, ni con figuras retóricas que complejicen o dificulten la comunicación, excepto cuando recita un poema, canta una canción o pronuncia un discurso con fines de conmover, causar una impresión.
Características del lenguaje científico
lenguaje literario
El lenguaje científico es común en publicaciones académicas.
Otro lenguaje distinto al cotidiano es el lenguaje técnico o científico, que emplea un código aparte porque se trata de un lenguaje para entendidos o iniciados, es decir, para quienes ya manejan parte de los referentes especializados.
Es común en publicaciones científicas o académicas del tipo que sea, o en conferencias y coloquios de sociedades profesionales especializadas.
Ejemplos de lenguaje literario
Algunos ejemplos sencillos de lenguaje literario son:
“Caminante no hay camino / se hace camino al andar” – Poema de Antonio Machado (España).
“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto” – Frase de un relato de Franz Kafka (Checoeslovaquia).
“Ustedes, que fabrican las grandes armas / Ustedes, que construyen los aviones de la muerte / Ustedes, que construyen todas las bombas / Ustedes, que se esconden tras los muros / Ustedes, que se esconden detrás de escritorios / Sólo quiero que sepan / Que puedo verlos a través de sus máscaras” – Versos de una canción de Bob Dylan (EE.UU)