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CAPITULO VII (MUCHAS VECES LOS ADULTOS MALTRATAN A LOS NIÑOS)
Este capítulo se inicia con la siguiente conversación, originada cuando el Principito le formula al Piloto una inocente pregunta:
“-Si un cordero come arbustos, ¿también come flores?
-Un cordero come todo lo que encuentra.
-¿Incluso las flores que tienen espinas?
-Sí, incluso las flores que tienen espinas.
-Entonces, las espinas, ¿para qué sirven?
(...)
-¿Para qué sirven las espinas?-insistió.
-Las espinas no sirven para nada, es pura maldad de parte de las flores.
-¡Oh...! ¡No te creo! Las flores son frágiles. Son inocentes. Se conforman con casi nada, se creen feroces con sus espinas...¿y tú crees que las flores...?
-¡No, no creo nada! ¡Te respondí cualquier cosa! ¡Yo me preocupo de cosas serias!
-¿Cosas serias? ¡Hablas como las personas mayores!”
A nuestro entender, Saint-Exupéry quiso mostrarnos con esto lo torpe que pueden ser los adultos en el trato con los niños incluso, pudiendo llegar a ser hirientes como en este caso, en que el Principito finalmente se pone a llorar. Luego esta torpeza es confirmada cuando el mismo piloto dice que para consolarlo “no sabía qué más decir”, lo que se debe a una razón muy simple y es que “el niño vive en un mundo diferente del de las personas mayores. Un mundo maravilloso en que puede pasarse en un instante de la risa al llanto y vuelta a reír. Por desgracia al envejecer se pierde esta espontaneidad y las risas y las lágrimas responden siempre a un acontecimiento perturbador concreto. De ahí, la torpeza de una persona mayor frente a un niño que llora”.
La verdad es que la solución la tenía dentro de él mismo, en el niño que todos llevamos dentro.
CAPITULO VIII (LAS PERSONAS QUE SON ESPECIALES PARA CADA UNO)
Aquí Saint-Exupéry habla de una de una flor, una flor especial que él ama con sus virtudes y defectos, pero en realidad no es una flor a lo que se refiere sino que a las personas que son especiales para cada uno. Esas personas con las que uno crea lazos y una dependencia mutua que hacen que uno no pueda estar sin esa persona y viceversa, sin importar cómo sean éstas.
CAPITULO IX (DOLOR AL PERDER A UN SER QUERIDO)
El noveno capítulo marca el inicio del relato del camino que hace el Principito hasta llegar a la Tierra.
Este capítulo toma un cariz verdaderamente triste tras la despedida de la flor con el Principito. Aquí la flor se da cuenta de todo el tiempo que había perdido en pedir que la protegieran, que la regaran, etc. y que nunca usó en decirle al Principito cuánto le quería y lo importante que él era para ella. Se lamentaba de haberse dado cuenta de ello tan tarde, porque el Principito estaba a punto de emprender un largo viaje del que ni él mismo sabía si volvería. Es por esta razón que la flor le pide al Principito que se fuera luego e hiciera menos largo su tormento.
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Respuesta: El quinto día, siempre gracias al cordero, me fue revelado este secreto de la vida del principito. Me preguntó bruscamente, sin preámbulo, como resultado de un problema meditado largo tiempo en silencio:
- Un cordero, si come arbustos, come también flores ?
- Un cordero come todo lo que encuentra.
- Hasta las flores que tienen espinas ?
- Sí. Hasta las flores que tienen espinas.
- Entonces las espinas, para qué sirven ?
Yo no lo sabía. Estaba ensimismado intentando desenroscar un bulón demasiado ajustado de mi motor. Estaba muy preocupado porque mi avería empezaba a parecerme muy grave, y el agua potable que se agotaba me hacía temer lo peor.
- Las espinas, para qué sirven ?
El principito no renunciaba nunca a una pregunta, una vez que la había formulado. Yo estaba irritado por mi bulón y respondí cualquier cosa:
- Las espinas no sirven para nada, es pura maldad de las flores !
- Oh!
Pero después de un silencio me largó, con un cierto rencor:
- No te creo ! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se previenen como pueden. Se creen terribles con sus espinas. ..
No respondí nada. En ese momento me decía: "Si este bulón sigue resistiendo, lo haré saltar de un martillazo." El principito perturbó de nuevo mis reflexiones:
- Y tú crees que las flores...
- Pero no ! Pero no ! No creo nada ! Respondí cualquier cosa. Yo me ocupo de cosas serias !
Me miró estupefacto.
- De cosas serias !
Me veía, con el martillo en la mano y los dedos negros de grasa, inclinado sobre un objeto que le parecía muy feo.
- Hablas como los adultos !
Eso me dio un poco de vergüenza. Pero, implacable, agregó:
- Confundes todo... mezclas todo !
Estaba realmente muy irritado. Agitaba al viento la cabellera dorada:
- Conozco un planeta donde hay un Señor rubicundo. Nunca olió una flor. Nunca miró una estrella. Nunca amó a nadie. Nunca hizo nada más que cuentas. Y todo el día repite como tú: "Soy un hombre serio ! Soy un hombre serio !" y eso lo infla de orgullo. Pero no es un hombre, es un hongo !
- Un qué ?
- Un hongo !
El principito se había puesto todo pálido de rabia.
- Hace millones de años que las flores producen espinas. Hace millones de años que los corderos a pesar de todo se comen las flores. Y no es importante intentar entender por qué ellas se esfuerzan tanto en hacerse espinas que no sirven nunca para nada ? No es importante la guerra de los corderos y las flores ? No es más serio y más importante que las cuentas de un voluminoso Señor colorado ? Y si yo conozco una flor única en el mundo que no existe en ninguna parte salvo en mi planeta, a la que un corderito puede aniquilar de un golpe, así no más, una mañana, sin darse cuenta de lo que hace, eso no es importante !
Enrojeció, luego prosiguió:
Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar en los millones y millones de estrellas, eso basta para que se sienta feliz cuando las mira. Se dice: "Mi flor está allá en algún lado..." Pero si el cordero se come la flor, es para él como si, de golpe, todas las estrellas se apagaran ! Y eso no es importante !
No pudo decir nada más. Estalló bruscamente en sollozos. Había caído la noche. Yo había soltado mis herramientas. Bien me burlaba de mi martillo, de mi bulón, de la sed y de la muerte. Había en una estrella, un planeta, el mío, la Tierra, un principito para consolar ! Lo tomé entre mis brazos y lo mecí. Le decía: "La flor que amas no está en peligro... Dibujaré un bozal para tu cordero... Te dibujaré una coraza para tu flor... Te..." No sabía bien qué decir. Me sentía muy torpe. No sabía cómo alcanzarlo, dónde encontrarlo... Es tan misterioso el país de las lágrimas.
DE:Restre2805