Había una vez un niño que tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debía clavar un clavo en la cerca. El primer día el niño había clavado 37 clavos en esa cerca. Al paso de las siguientes semanas, mientras aprendía a controlarse, el número de clavos puestos en la cerca empezó a aminorar. El niño descubrió que era más fácil controlar su temperamento que estar poniendo clavos en la cerca. Finalmente llegó el día cuando el niño por completo ya no perdió el control. Vino y se lo dijo a su Padre y el padre indicó al niño que ahora sacara un clavo por cada día que había podido contener su enojo. Los días pasaron y el niño pudo al fin terminar. Fue donde su padre y le dijo que ya todos los clavos habían sido retirados. El Padre tomó al niño de la mano y lo llevó junto a la cerca y le dijo: – Lo has hecho muy bien, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la cerca. La cerca ya nunca será la misma. Cuando ofendes de palabra enfadado, esas palabras dejan una cicatriz como estos hoyos. Puedes enterrar un cuchillo en un hombre y sacarlo, pero no importa cuántas veces digas que lo lamentas, la herida va a permanecer allí. Una herida verbal afecta tanto como una física. El chico se quedó pensativo dándose cuenta del poder que contenían sus palabras, tanto para lo bueno como para lo malo. En un paralelo hacer la diferencia entre las actitudes positivas y las actitudes negativas que tuvo el niño.
rapido: )
erickcardenas702:
no lo agan solo por puntos que asta hoy tengo plaso para entragar esto
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para mi la positiva que el tuvo es de hacerle caso a su padre de que clavara los clavos en la cerca
las negativas de que no segun el no podria talves algun dia controlar su temperamento
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