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Respuesta:
La competencia política de los gobernantes ha sido frecuentemente tratada bajo el paraguas de “virtudes del príncipe” o, más recientemente, en el manto del siempre socorrido liderazgo. Adam Smith, ya se refirió en su día (Teoría de los sentimientos morales) a que un gran estadista debe aunar “la mejor cabeza junto al mejor corazón”. Léon Blum, por su parte, también lo intentó en La reforma gubernamental, pero solo para constatar una evidencia: las competencias técnicas son muy distintas de las competencias políticas. En estas últimas, la experiencia es determinante. Pero quien mejor describió la complejidad del fenómeno fue, sin duda, un extraordinario ensayista: Isaiah Berlin. En un conjunto de ensayos de obra menor (si es que en este autor hay obra que pueda recibir ese calificativo), recogidos en el libro El sentido de la realidad.
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