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Los pueblos indígenas lograron avances sociales significativos, redujeron sus niveles de pobreza en diversos países y mejoraron su acceso a servicios básicos durante la bonanza de la primera década del siglo, pero no se beneficiaron en la misma medida que el resto de los latinoamericanos, según un nuevo estudio del Banco Mundial.
El estudio "Latinoamérica indígena en el siglo XXI" señala que gracias a la combinación de crecimiento económico y políticas sociales adecuadas, más de 70 millones de personas salieron de la pobreza. La pobreza de los hogares indígenas disminuyó en países como Perú, Bolivia, Brasil, Chile y Ecuador, mientras que en otros, incluidos Ecuador, México y Nicaragua, se cerró la brecha educativa que durante décadas excluyó a los niños indígenas.
Sin embargo, el informe presentado aquí indica que si bien los pueblos indígenas conforman un 8 por ciento de la población de la región, representan aproximadamente el 14 por ciento de los pobres y el 17 por ciento de los extremadamente pobres en América Latina. Asimismo, aún enfrentan rezagos en el acceso a servicios básicos y en la adopción de nuevas tecnologías, un aspecto clave en sociedades cada vez más globalizadas.
“Latinoamérica ha experimentado una profunda transformación social que disminuyó la pobreza y aumentó la clase media, pero los pueblos indígenas se beneficiaron menos que el resto de los latinoamericanos”, dijo Jorge Familiar, Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. "Si queremos lograr nuestros objetivos de reducir la pobreza e impulsar la prosperidad compartida, tenemos que luchar contra la discriminación y exclusión para que todos los latinoamericanos cuenten con las mismas oportunidades de tener una vida mejor".
Contrario a la creencia popular, casi la mitad de la población indígena de América Latina vive en zonas urbanas. Pero incluso en las ciudades, suelen vivir en condiciones menos seguras, menos higiénicas y más propensas a los desastres naturales que las de los residentes urbanos no indígenas.
Para reducir estas vulnerabilidades de manera más exitosa, el informe sugiere considerar los problemas de los indígenas a través de un lente diferente que tome en cuenta sus voces, culturas e identidades.
"Este informe reconoce que los pueblos indígenas suelen tener un concepto más matizado de lo que es el desarrollo y por qué es importante. Si los pueblos indígenas han de asumir su papel como actores clave en la agenda post-2015, sus voces e ideas deben tomarse en cuenta", dijo Ede Ijjasz-Vásquez, Director Senior del Banco Mundial para la Práctica Mundial de Desarrollo Urbano, Rural y Social, y Resiliencia. "Incluir a los pueblos indígenas en las políticas y programas de desarrollo no es únicamente para reducir la pobreza, sino que es un proceso para aumentar sus oportunidades de ser miembros activos de la sociedad. Se trata de respetar sus culturas y su dignidad. Su inclusión no es solamente moralmente correcta sino que es económicamente adecuada para las naciones".
En países con grandes poblaciones indígenas urbanas, el porcentaje de personas indígenas con empleos estables y altamente calificados es dos a tres veces menor que el porcentaje de la población no indígena. Es más común que las personas indígenas en las ciudades tengan empleos poco calificados y de baja remuneración en el sector informal, lo que limita su acceso a beneficios como la seguridad social, seguro de salud, y fondos de retiro.
La educación, que ha sido uno de los avances más importantes de la última década, es una de las soluciones planteadas en el informe, aunque se requieren esfuerzos para que sea una educación culturalmente adecuada, bilingüe y de mejor calidad.
Los últimos censos disponibles muestran que en 2010 había alrededor de 42 millones de personas indígenas en América Latina, lo que representa casi el 8 por ciento de la población total. México, Guatemala, Perú, y Bolivia cuentan con las mayores poblaciones, más del 80 por ciento del total regional, o 34 millones.