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La función apelativa o función conativa, del latín conatus (inicio), recibe ese nombre porque el emisor espera el inicio de una reacción por parte del receptor.
Se centra en el receptor. Es la función de mandato y pregunta. El emisor intenta influir en la conducta del receptor. Sus recursos lingüísticos son los vocativos, modo imperativo, oraciones interrogativas, utilización deliberada de elementos afectivos, adjetivos valorativos, términos connotativos y toda la serie de recursos retóricos. Se da en lenguaje coloquial, es dominante en la publicidad y propaganda política e ideológica en general. Mediante el uso de esta función se pretende causar una reacción en el receptor, es decir, con esta función se pretende que haga o que deje de hacer algo.