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Explica la aparición de las normas y de las distintas formas
políticas. Para Hobbes el origen del Estado es el pacto que realizan
todos los hombres quedando subordinados entre sí a un gobernante que es
el que debe procurar el bien para todos. La idea central de la obra es
la organización política que propone: un Estado que limite o prohíba al
hombre atentar contra la vida de los otros, es decir, que supere el
estado de la naturaleza garantizando la paz.
El Leviatán parte del estudio del origen de la sociedad cuyo comienzo
está en la transferencia de los derechos individuales a un poder
absoluto. Un poder que elimina el peligro de una guerra de todos contra
todos que se deriva de la condición libre del hombre en el estado de la
naturaleza. Hobbes piensa que en el estado natural cada uno tiene
derecho a todo lo que hay pero debido a la escasez se originan
conflictos. Esta necesidad humana para la supervivencia, “el hombre actúa para preservar su vida”,
el miedo a la muerte y la esperanza de la paz (XIII), llevan al hombre a
pactar con los demás el establecimiento de una autoridad que sea capaz
de implantar una paz interna. Una autoridad soberana que debe poseer un
poder absoluto.
Parte I: Del hombre En esta primera parte, Hobbes comienza por el estudio del hombre en sí mismo para poder, a partir de ahí, estudiarlo en sociedad. Analiza el conocimiento humano, cuyo origen fundamenta en la experiencia. La experiencia, según Hobbes, se forma por la repetición de hechos que se irán almacenando en la memoria, por lo que son fuente de sensaciones que permiten la producción de imágenes memorizadas. Los recuerdos son utilizados en estas combinaciones mentales y posibilitan al hombre simular los acontecimientos futuros y adquirir, por lo tanto, una indispensable prudencia.
Parte II: Del Estado Hobbes desarrolla su idea del contrato o pacto social, desarrollado por los hombres como garantía de la seguridad individual y como forma de poner fin a los conflictos que, por naturaleza, generan estos intereses individuales. Así, a las pasiones naturales del hombre se oponen las leyes morales, siendo a su vez leyes naturales.
Parte III: Del Estado cristiano En esta tercera parte, y por lo que respecta a las relaciones entre el poder espiritual y el poder temporal, Hobbes abogaba por la total sumisión de la Iglesia al soberano.
Parte IV: Del reino de la oscuridad En esta cuarta parte, ejerce una severa crítica a la Iglesia, a la cual acusaba (tras denunciar las tradiciones fabulosas que sostienen al conjunto de la mitología cristiana) de estar impregnadas, incluso, de cierto ateísmo. No obstante, y con el fin de evitar eventuales represalias y censuras eclesiásticas, en el apéndice con que concluye Leviatán intentó atemperar sus posiciones recurriendo para ello al examen de la jurisprudencia sobre la herejía.
Parte I: Del hombre En esta primera parte, Hobbes comienza por el estudio del hombre en sí mismo para poder, a partir de ahí, estudiarlo en sociedad. Analiza el conocimiento humano, cuyo origen fundamenta en la experiencia. La experiencia, según Hobbes, se forma por la repetición de hechos que se irán almacenando en la memoria, por lo que son fuente de sensaciones que permiten la producción de imágenes memorizadas. Los recuerdos son utilizados en estas combinaciones mentales y posibilitan al hombre simular los acontecimientos futuros y adquirir, por lo tanto, una indispensable prudencia.
Parte II: Del Estado Hobbes desarrolla su idea del contrato o pacto social, desarrollado por los hombres como garantía de la seguridad individual y como forma de poner fin a los conflictos que, por naturaleza, generan estos intereses individuales. Así, a las pasiones naturales del hombre se oponen las leyes morales, siendo a su vez leyes naturales.
Parte III: Del Estado cristiano En esta tercera parte, y por lo que respecta a las relaciones entre el poder espiritual y el poder temporal, Hobbes abogaba por la total sumisión de la Iglesia al soberano.
Parte IV: Del reino de la oscuridad En esta cuarta parte, ejerce una severa crítica a la Iglesia, a la cual acusaba (tras denunciar las tradiciones fabulosas que sostienen al conjunto de la mitología cristiana) de estar impregnadas, incluso, de cierto ateísmo. No obstante, y con el fin de evitar eventuales represalias y censuras eclesiásticas, en el apéndice con que concluye Leviatán intentó atemperar sus posiciones recurriendo para ello al examen de la jurisprudencia sobre la herejía.
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