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Después del establecimiento del Estado de Israel en 1948, Israel fue sometido a diversos boicots, realizados por la Liga Árabe para aislar las relaciones diplomáticas del Estado israelí. Actualmente, Israel tiene relaciones diplomáticas con 157 países de los 192 miembros de las Naciones Unidas, así como con el estado no miembro de las Naciones Unidas, la Santa Sede y la Unión Europea.1 Algunos estados reconocen a Israel como un estado, pero no tienen relaciones diplomáticas con él. Varios países habían tenido relaciones diplomáticas con Israel, pero las han roto o suspendido (en Latinoamérica; Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, en la Liga Árabe; Mauritania, en la África no árabe; Chad, Malí y Níger y con Irán hasta la Revolución Islámica). Algunos de estos países ya han reanudado relaciones diplomáticas con Israel. Así mismo, un número considerable de países (todos miembros de la Liga Árabe) alguna vez tuvieron relaciones económicas formales (principalmente comerciales) con Israel, pero se quedaron un poco cortos en las relaciones diplomáticas y decidieron cortar esas relaciones económicas (Baréin,
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La sociedad israelí está experimentado una transformación de largo alcance. No es un cambio trivial, reestructurará nuestra identidad como israelíes y tendrá un profundo impacto en la forma en cómo nos entendemos a nosotros mismos y a nuestro hogar nacional”, ha dicho el presidente israelí, Reuven Rivlin. Muchos, ha señalado, añorarán “el viejo y querido Israel”, pero lo que ha definido como “el nuevo orden israelí” es una realidad, no una profecía apocalíptica. Vanguardia Dossier analiza los cambios que conducen a un nuevo Israel. La demografía está moldeando Israel.
La demografía está moldeando Israel
La firme y clara mayoría secular que conformaba Israel en el siglo XX será reemplazada por cuatro grandes grupos de identidad bastante similares en su tamaño: los judíos ultraortodoxos (jaredíes), los judíos nacionalistas religiosos (conocidos como ortodoxos modernos), los judíos seculares y los árabes. La sociedad judía de Israel se encuentra presa de una crisis de identidad, que genera un malestar constante en la existencia nacional (Stern). El principal factor de desacuerdo refleja la división étnico-religiosa (DellaPergola). Los árabes israelíes, que constituyen un 22% de la población, se sienten desprotegidos y presentan como prueba la promulgación de la ley del Estado Nación (Beilin) “del pueblo judío”. Incumple la promesa de igualdad universal, por lo que no cabe esperar que los árabes israelíes apoyen el carácter judío del país más de lo que los afroamericanos podrían apoyar que Estados Unidos fuera un país blanco (Boehm).