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Al igual que la Sirena del río Guatapurí, el patrono de la ciudad de Valledupar –El Santo Ecce Homo– tiene sus mitos y sus misterios. Esta figura, que se conmemora el lunes santo, cuenta con miles y miles de devotos, y sin embargo, su origen sigue siendo desconocido.
Cuenta una leyenda que un hombre de color, procedente de Rincón Hondo, fue encerrado bajo su propia solicitud para construir una imagen grandiosa. El hombre se mantuvo aislado durante varios días sin otro alimento que una pequeña cantidad de pan y agua.
El silencio impuesto por este aislamiento acabó inquietando a la gente. Unos días después de este encierro insólito, un grupo de pueblerinos acudió al lugar para conocer su estado de salud.
La sorpresa fue enorme: el local estaba vacío, sin rastros del artesano, y además, el agua seguía intacta. En medio de la sala, destacaba una imagen imponente, labrada de manera majestuosa que, poco después, fue llamada: “El Santo Ecce Homo” (“He aquí el hombre”).
Desde entonces, el Santo fue adulado por los habitantes de Valledupar quienes vieron en ese descubrimiento el primero de una larga cadena de milagros. Entre ellos está el hecho de que el Ecce Homo sude abundantemente y que con ese sudor se pueda curar un gran número de enfermedades.
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