Respuestas
Respuesta:
cuando el leon se encuentra en aprietos, el raton sale a su defensa.
Respuesta:
Érase una vez un león que vivía en la sabana. Allí transcurrían sus días, tranquilos y aburridos. El Sol calentaba tan intensamente, que casi todas las tardes, después de comer, al león le entraba un sopor tremendo y se echaba una siesta de al menos dos horas.
Un día como otro cualquiera estaba el majestuoso animal tumbado plácidamente junto a un arbusto. Un ratoncillo de campo que pasaba por allí, se le subió encima y empezó a dar saltitos sobre su cabeza y a juguetear con su gran cola. El león, que sintió el cosquilleo de las patitas del roedor, se despertó. Pilló al ratón desprevenido y de un zarpazo, le aprisionó sin que el animalillo pudiera ni moverse.
– ¿Cómo te atreves a molestarme? – rugió el león enfadado – Soy el rey de los animales y a mí nadie me fastidia mientras descanso.
– ¡Lo siento, señor! – dijo el ratón con un vocecilla casi inaudible – No era mi intención importunarle. Sólo estaba divirtiéndome un rato.
– ¿Y te parece que esas son formas de divertirse? – contestó el león cada vez más indignado – ¡Voy a darte tu merecido!
– ¡No, por favor! – suplicó el ratoncillo mientras intentaba zafarse de la pesada pata del león – Déjeme ir. Le prometo que no volverá a suceder. Permita que me vaya a mi casa y quizá algún día pueda agradecérselo.
– ¿Tu? ¿Un insignificante ratón? No veo qué puedes hacer por mí.
– ¡Por favor, perdóneme! – dijo el ratón, que lloraba desesperado.
Al ver sus lágrimas, el león se conmovió y liberó al roedor de su castigo, no sin antes advertirle que no volviera por allí.
Pocos días después, paseaba el león por sus dominios cuando cayó preso de una trampa que habían escondido entre la maleza unos cazadores. El pobre se quedó enredado en una maraña de cuerdas de la que no podía escapar. Atemorizado, empezó a pedir ayuda. Sus rugidos se oyeron a kilómetros a la redonda y llegaron a oídos del ratoncillo, que reconoció la voz del león. Sin dudarlo salió corriendo en su auxilio. Cuando llegó se encontró al león exhausto de tanto gritar.
– ¡Vengo a ayudarle, amigo! – le susurró.
– Ya te dije que alguien como tú, pequeño y débil, jamás podrá hacer algo por mí – respondió el león aprisionado y ya casi sin fuerzas.
– ¡No esté tan seguro! No se mueva que yo me encargo de todo.
El ratón afiló sus dientecillos con un palo y muy decidido, comenzó a roer la cuerda que le tenía inmovilizado. Tras un buen rato, la cuerda se rompió y león quedó libre.
– ¡Muchas gracias, ratón! – sonrió el león agradecido – Me has salvado la vida. Ahora entiendo que nadie es menos que nadie y que cuando uno se porta bien con los demás, tiene su recompensa.
Se fundieron en un abrazo y a partir de entonces, el león dejó que el ratoncillo trepara sobre su lomo siempre que quisiera.
Moraleja: nunca hagas de menos a nadie porque parezca más débil o menos inteligente que tú. Sé bueno con todo el mundo y los demás serán buenos contigo.
El león y el ratón
(c) CRISTINA RODRÍGUEZ LOMBA
Otras formas de disfrutar de este cuento
Quiero escuchar el cuento
Quiero leer y escuchar el cuento
¡Hay muchos más cuentos esperándote!
El cerdito verdeEl cerdito verde
La tortuga y la flautaLa tortuga y la flauta
Los dos amigosLos dos amigos
Search for
¿Qué necesitas? …
Los más leídos
De Terror
Leyendas Cortas
Fábulas Cortas
Latinoamericanos
Cuentos de Ciencia Ficción
Para dormir
Cuentos de los Hermanos Grimm
Clásicos
Cuentos Largos
Cuentos en inglés
escribe tu email
Acepto condiciones de uso
Los más populares
Caperucita Roja
La Cenicienta
La Sirenita
Rapunzel
Los tres Cerditos
Pinocho
Peter Pan
Hansel y Gretel
Blancanieves
Bambi
La Bella Durmiente
El Mago de Oz
El Patito Feo
El gato con botas
Aladino
Ricitos de Oro
Seguro que también te gustan
Rumpelstiltskin
La Liebre y la Tortuga
Pulgarcito
Pedro y el Lobo
La Ratita Presumida
El flautista de Hamelin
El hilo rojo del destino
Simbad el Marino
Juan sin Miedo
La Princesa y el Guisante
El Soldadito de Plomo
La Gallina de los huevos de Oro
El traje nuevo del Emperador
Garbancito
El Sastrecillo Valiente
¿Has leido estos cuentos?
El ratón de campo y el ratón de ciudad
Los deseos ridículos
Caperucita roja
El sapo y el ratón
La mazorca de oro
El mono y el tiburón
«Uno de los principales objetivos de la educación debe ser ampliar las ventanas por las cuales vemos al mundo».- Arnold H. Glasow
Mundo Primaria
Blog
Mapa del sitio
Contacto
Sobre nosotros
Cuentos
Leyendas
Tablas de multiplicar
Refranes
Poemas
Trabalenguas
Fábulas
Mandalas para niños
Adivinanzas
Chistes para niños
Contenido Registrado
Aviso Legal y condiciones de usoPolítica de CookiesPolítica de privacidad
© Gesfomedia 2020